Imagínate que tienes una vida miserable en una piscifactoría. En vez de poder bucear libremente por el mar y recorrer distancias importantes, que es lo que tu naturaleza te pide, te obligan a estar hacinado siempre en un mismo lugar y en el que hay poco espacio para moverte, dando constantemente vueltas en una gran jaula redonda.
Debido a ese entorno tan antinatural, sucio, con agua tóxica llena de heces, pesticidas y parásitos, así como masificado, probablemente tendrás enfermedades e infecciones de piojos de mar que te irán comiendo. Como hay tan poco espacio, constantemente estarás chocando con otros y con las redes que limitan la jaula, lo que te provocará heridas.
Estarás condenado desde que naces hasta que mueres a tener una vida contraria a lo que tú eres, a tus gustos y deseos, una vida desagradable y pobre que te han impuesto contra tu voluntad, sólo porque a tus opresores les genera beneficios económicos.
Es una relación de explotación, ya que ni es libremente consentida ni mutuamente beneficiosa.
Es bastante posible que no sobrevivas antes de que te lleven al matadero, debido a los piojos de mar, tratamientos químicos, enfermedades, heridas, condiciones meteorológicas, etc.
Pero aunque sobrevivas, vivirás menos de la mitad de lo que vivirías en libertad. Y, para colmo, tu muerte será desagradable, pues cuando tengas 2-3 años una bomba muy potente te aspirará a ti y a muchos como tú, de manera que os hará pasar a un largo y oscuro tubo en que sufrirás al chocar con otros y con el tubo, como si fueses una simple cosa.
Al final del largo tubo saldrás a la luz en una especie de cadena montaje de un barco-matadero, en la que te estarán esperando unas personas para golpearte repetidamente con un palo y cortarte las branquias.
¿Qué pensarías de ello y de tus explotadores? ¿Te gustaría que te lo hicieran?
Los científicos aseguran que los peces cuentan con un sistema nervioso, sufren y tienen miedo, como nosotros, aunque no puedan gritar. La literatura científica es bastante clara: anatómica, fisiológica y biológicamente, el sistema de dolor en los peces es prácticamente el mismo que en aves y mamíferos.
Si no te gustaría que te causasen ese daño, ¿por qué lo causas tú a los demás cuando comes pescado?
Porque más del 50% del pescado consumido procede de piscifactorías, algunas de las cuales pueden tener más de 1 millón de peces al mismo tiempo, ya que para optimizar los beneficios hacinan el máximo de ellos en el mínimo de espacio.
Pero tu crueldad puede ser un boomerang que se vuelva contra ti, ya que somos lo que comemos, y en este caso te comes estrés y sufrimiento, aparte de los metales y sustancias tóxicas presentes en el agua del mar, como plomo, arsénico o mercurio. A lo que hay que añadir los productos químicos que echan para combatir los piojos de mar.
A pesar de que algún Parlamento del primer mundo ha debatido el sufrimiento de los peces, apenas hay normas que los protejan.
En el caso de pescado salvaje capturado por barcos pesqueros, los peces tendrán una vida digna, pero una muerte cruel, ya que cuando los saquen del agua con redes agonizarán mientras se ahogan. El cambio de presión hace que mientras están vivos sus ojos exploten y sus órganos salgan por las bocas.
Muchos son destripados estando conscientes; otros son congelados vivos.
La cantidad de víctimas es enorme: 2 BILLONES con B de peces se consumen cada año, 20 BILLONES en una década. De promedio, más de 18.000 peces por cada humano a lo largo de su vida.
Además, según Greenpeace, los grandes barcos pesqueros están destruyendo los océanos, contaminando y destrozando los hábitats naturales.
Lo que no queremos para nosotros no lo hagamos a los demás.
¿Qué puede hacer una persona ética y con empatía para terminar con esas crueldades?:
Elegir opciones vegetales en su alimentación, las cuales, además, son más sanas.
Votar a partidos políticos anti crueldad.
Firmar en campañas como ésta de Igualdad Animal UK. Si en tu país no hay ninguna, la puedes crear. Y si nadie lo hace, lo haremos en el Instituto del Bienestar cuando podamos.
Compartir este tipo de mensajes.
Convencer a personas de tu entorno.
Donar dinero, tanto al Instituto del Bienestar como a ONGs que están haciendo un excelente trabajo de defensa de los animales, como Igualdad Animal o PETA.