¿Te gustaría que te hirviesen vivo? Es algo tan doloroso que se ha usado como tortura a lo largo de la historia, incluso por personajes tan perversos como Genghis Khan, que aplicaba también con los que no se sometían a él atrocidades como empalamientos o aplastar gradualmente a personas.
Si no queremos que nos inflijan esos horrores, ¿por qué lo hacemos nosotros con los crustáceos? ¿Y por qué les amputamos sus colas estando vivos si nos gustan que los corten nuestras piernas y mucho menos sin anestesia?
¿Verdad que tampoco te gustaría que te cogiesen, te metiesen en un tanque hacinado con muchos otros o que te mantuviesen con hielo mientras tiemblas de frío?
Pues a los crustáceos tampoco les gusta semejante crueldad, ya que la evidencia científica ha demostrado que sienten dolor. Por ejemplo, un grupo de científicos dirigido por Robert Elwood, experto en comportamiento animal de la Queen’s University de Belfast, considera que langostas, cangrejos y otros crustáceos comparten esa sensibilidad al dolor. Según Elwood, el hecho de sentir dolor resulta crucial para los animales porque les permite cambiar de comportamiento tras una experiencia dañina y aumenta sus posibilidades de supervivencia.
Aprendamos de los suizos (entre los más avanzados y civilizados en este tema y bastantes otros), los cuales han prohibido que a las langostas, cangrejos, langostinos, bogavantes y otros invertebrados se les cocine vivos debido a que son capaces de sentir dolor. Ahora los chefs deberán emplear por ley métodos de aturdimiento que no impliquen sufrimiento para estos animales.
Además, en Suiza los crustáceos vivos no podrán ser transportados en hielo o agua helada y las especies marinas siempre deberán ser mantenidas en su medio natural.
Otros pequeños hitos en este largo camino de lucha contra la maldad humana es la normativa protectora de Nueva Zelanda o la sentencia del Tribunal Supremo italiano de junio de 2017, que estableció que a las langostas no se les puede mantener en hielo en los restaurantes debido al injustificable sufrimiento que esto les provoca antes de que se les mate.
Esos avances, aunque muy limitados, constituyen una esperanza en que seguiremos progresando desde la barbarie hacia una sociedad evolucionada. Pero ese proceso civilizatorio no se produce por sí solo, sin más, sino gracias a personas que hacen algo para que cesen todas esas brutalidades.
¿Quieres tú ser uno de los protagonistas del bando de los buenos de esta guerra cultural entre el bien y el mal? ¡No te quedes como un simple mirón y mucho menos formes parte del ejército de los malvados!
Recordemos las palabras de Martin Luther King:
“Lo preocupante no es la perversidad de los malvados, sino laindiferenciade losbuenos.”
¿Qué puede hacer una persona ética, noble y con empatía para terminar con esas maldades?:
Donar dinero, tanto al Instituto del Bienestar como a ONGs que están haciendo un excelente trabajo de defensa de los animales, como Igualdad Animal o PETA.
Hacerte voluntario.
Gracias por ser compasivo, decente y buena persona,