¡NO DAÑEMOS!: PROTEJAMOS LA NATURALEZA Y EVITEMOS LA SOBREPOBLACIÓN
Una forma causar perjuicios a personas, sobre todo de otras generaciones, así como a otros animales no humanos, es dañar la naturaleza. Por tanto, conviene que tomemos las medidas que recomienden la mayoría de los científicos para evitarlo. Desgraciadamente, la mayor parte de las mismas pueden no ser más que un parche, ya que, por muchas normas medioambientales que se aprueben, cuantos más humanos haya en el planeta más se destruye el mismo.
Tal vez el problema principal sea la sobrepoblación, que además de arrasar con la Tierra y sus recursos limitados, quedando cada vez menos para las futuras generaciones, implica explotar y maltratar a miles de millones de seres sintientes para que la excesiva población humana pueda vivir según sus gustos y antojos.
Dicha superpoblación está causada por la sobrenatalidad, sobre todo en el tercer y cuarto mundo, y la sobrelongevidad artificial, sobre todo en el primer mundo.
SOBRENATALIDAD
En algunos países del segundo y especialmente tercer y cuarto mundo, los padres acostumbran a tener muchos hijos, pero les dan escasa formación y recursos para progresar, primando la cantidad sobre la calidad. Ese modelo demográfico contribuye a mantener países pobres y disfuncionales, por lo que en los mismos bastantes se ven abocados a intentar emigrar al primer mundo, generando en éste problemas migratorios y de integración.
Cada padre o madre es libre de tener los hijos que decida, pero la libertad va aparejada con la responsabilidad. Es preferible tener menos hijos y dedicarles más recursos, tanto materiales como de formación y emocionales, para que tengan una mejor infancia y edad adulta. Ejerzamos una paternidad responsable.
En vez de tener tantos hijos para utilizarlos en beneficio propio a partir de la adolescencia, presionándolos para que trabajen y nos ayuden económicamente, hagamos lo contrario. Es a los padres a los que corresponde hacerse cargo de sus hijos y no al revés.
Y seamos también responsables con el conjunto del planeta. No pensemos sólo en lo que nosotros deseamos, sino también en los que es bueno para el conjunto del mundo y de seres sintientes, porque cuantos más hijos tengamos mayor será el número de animales no humanos explotados y maltratados.
SOBRELONGEVIDAD ARTIFICIAL
El crecimiento de la población de muchas especies se mantiene dentro de un equilibrio debido a la existencia de depredadores. En cambio, en los seres humanos hemos dejado de tener los que antaño limitaban nuestra longevidad, como leones o tigres. Hasta aquí fantástico, ya que ello nos permite una vida mejor.
Por otro lado, hemos conseguido una alimentación y tratamientos médicos que hacen que mucha gente no tenga que morir prematuramente, como sucedía antes con hambrunas o epidemias. Hasta aquí también bien.
Sin embargo, otra cosa diferente es gastar grandes cantidades de dinero público para conseguir una sobrelongevidad artificial, asistida y antinatural, dando lugar a una sobrepoblación que vive a costa de esclavizar, explotar y maltratar a cientos de miles de seres sintientes en granjas industriales. A lo que hay que añadir el horror de millones de animales no humanos con los que se efectúan experimentos médicos en laboratorios para incrementar justamente esa longevidad, más del 90% sin anestesia para no alterar los resultados.
Cada especie está programada genéticamente de forma natural para vivir una serie de años: los perros de promedio 10-13 años, los gatos 12-18 años y los caballos 25-30 años. La especie humana antes vivía de promedio 35 años debido a que había una gran mortalidad infantil, pero si quitamos ese efecto, así como el de epidemias, el ciclo de vida natural en los homos sapiens es de unos 70 años.
Intentar aumentar la longevidad de forma artificial hasta el extremo al final puede acabar generando más inconvenientes que ventajas, ya que provoca una sobrepoblación que ocasiona a su vez:
Destrucción del planeta.
Un serio problema de sostenibilidad de las pensiones, disminuyendo el ratio de personas que trabajan respecto a las que no lo hacen, lo que implica que las primeras vayan sobrecargadas a cambio de un menor poder adquisitivo, pues tienen que pagar muchas cotizaciones e impuestos para mantener a la población sobrelongeva y sus tratamientos médicos.
Estancamiento económico, como sucede en Japón, España o Italia, ya que la sobrelongevidad implica restar recursos al sector productivo para dedicarlos al gasto en pensiones, sanitario, etc. Puede acabar creando un modelo económico basado más en el gasto que en la inversión.
¿No es preferible la calidad vida a la cantidad de vida? ¿No nos aporta más dedicar priorizar los recursos limitados a lo primero en vez de a lo segundo? ¿No es mejor invertir en la investigación para conseguir un mundo con los menos sufrimientos posibles y el máximo de felicidad que destinar grandes cantidades de dinero a la longevidad artificial?
Todo el mundo tiene derecho a intentar tener una vida sobrelongeva a base de tratamientos médicos caros en la medida en que se lo pueda pagar con sus propios recursos y esté dispuesto a aguantar los achaques, dolores y poca calidad de vida propios de la vejez.
Ahora bien, a partir de unos 75 años, cuando una persona ya ha superado en un quinquenio su esperanza natural de vida, ¿es justo obligar a otras personas a renunciar a otras cosas que le dan calidad de vida para para costear a esos sobrelongevos unas intervenciones médicas a veces con costes exorbitantes? (por ejemplo, la media de un tratamiento completo contra el cáncer está en unos 90.000 euros).
Una cosa es que se le den gratuitamente tratamientos contra el dolor y cuidados paliativos para que pueda disfrutar de su vejez con calidad de vida, pero otra cosa diferente es la sobrelongevidad financiada con el esfuerzo ajeno en vez del propio.
¿La sobrelongevidad artificial es un derecho o un lujo? Y en caso de ser un lujo, ¿lo justo es que se lo pague cada cual de su bolsillo, si quiere acceder al mismo, o que se lo tengan que regalar los demás a la fuerza?
La muerte no es algo horroroso, sino algo neutro, con lo que dejamos de disfrutar de nuestros placeres pero también nos liberamos de todos nuestros sufrimiento. Y en cualquier caso, es algo que tarde o temprano llegará, por muchas terapias a las que nos sometamos. Veámoslo como lo que es: como ley de vida, como algo natural.
Gracias por ser demográfica y ecológicamente responsable,