¡NO DAÑEMOS!: REFORMEMOS LA PARTE DAÑINA DEL COMUNISMO Y SIMILARES (III)
RESUMEN DE LA EXPERIENCIA COMUNISTA EN EL MUNDO
Los regímenes comunistas generalmente han aportado mejoras, como alfabetización (aunque en las democracias liberales capitalistas también se ha producido), industrialización en algunos países (menor que en Occidente), mejora de la sanidad para las clases bajas (pero no tanto como en las socialdemocracias) y empleo garantizado para todos o casi todos. Pero también son culpables de grandes genocidios y hambrunas, torturas horribles, campos de trabajos forzados, regímenes totalitarios que cometen violaciones masivas de derechos humanos, ambiente de miedo, explotación del proletariado (incluso trabajo esclavo), bajo nivel de vida y bajo nivel de bienestar y satisfacción. El Comunismo ha ido acompañado de terror en todos los lugares donde se ha introducido, ya que de otra manera no es posible imponerse a la mayoría.
Como consecuencia de todo ello la mayor parte de la población de los países comunistas han dado la espalda a esos regímenes totalitarios fracasados, la mayor parte de los cuales han desaparecido tras las caída del Muro de Berlín y han sido sustituidos por democracias capitalistas liberales o iliberales o por regímenes parcialmente capitalistas.
Frente al fracaso generalizado del Comunismo los comunistas se han tenido que ir reinventando y adaptando como camaleones al nuevo medio, surgiendo propuestas reformadoras que intentan compatibilizar en diferentes grados el Comunismo con la democracia y un cierto grado de capitalismo, como el Eurocomunismo (que no reniega de la revolución, pero ante lo que consideran una enorme dificultad de revolución comunista en los países capitalistas opta tácticamente por la vía parlamentaria), el Socialismo del Siglo XXI o el Bolivarismo, que podría considerarse parte del anterior, ya que ha tanto Chávez como Maduro han defendido el Socialismo del Siglo XXI.
Dicho Bolivarismo tiene un influencia importe en la extrema izquierda de otros países, como España, donde destacados dirigentes de Podemos y partidos similares, como Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero o Íñigo Errejón, que han trabajado como asesores para dicho régimen tanto en España como en Venezuela, han recibido importantes cantidades del mismo y/o han promovido ese régimen autoritario. Además, parece que dirigentes de formaciones de diversas formaciones de extrema izquierda, como Podemos, En Comú Podem o la CUP están yendo a Venezuela para recibir formación del régimen.
De todas esas propuestas la que realmente se ha puesto en práctica (y además durante décadas) es el Bolivarismo en Venezuela, cuyos resultados son los siguientes:
VENEZUELA
Ha perdido el ¡¡¡75% de su PIB!!!, pasando de ser de los países con mayor renta per cápita de las Américas a ser el cuarto más pobre, después de Haití, Nicaragua y Honduras (y probablemente de Cuba, pero éste no aporta cifras económicas). Ello es así hasta el punto de que faltan incluso alimentos y medicinas básicos y fallan suministros esenciales como electricidad. Si quieres que te operen tienes que llevar tú los fármacos (si puedes) y cabe la posibilidad de que se vaya la electricidad a media operación. No es de extrañar que esto haya sucedido ya que, aparte de ahuyentar el capital, los empresarios y el talento, han expropiado fábricas y explotaciones agrarias para después dejarlas inoperativas, por lo que han paralizado en gran medida la economía.
Además, el propio régimen, para su supervivencia, promueve que el grueso de la población permanezca pobre (pero con esperanza), ya que en el momento en que los pobres pasan a la clase media normalmente dejan de votar a la extrema izquierda. Esto lo dijo el propio Chávez. A que los “pobres permanezcan pobres, pero con esperanza” habría que añadir “y dependientes del estado y de las ayudas concedidas por el régimen ultraizquierdista”. Esto es lo que piensan también otros líderes similares a Chávez en otros países.
Bueno, de nuevo (y como sucede en todos estos regímenes) la igualación en la pobreza no se aplica a todos, ya que altos dirigentes y algos cargos del ejército, así como sus familiares, roban grandes cantidades de dinero que luego guardan a buen recaudo en bancos europeos y rusos.
En lo político, ha pasado de ser de las pocas democracias plenas que había en el mundo (según el ranking del Economist) a ser una régimen autoritario donde se encarcela y tortura a los que se oponen al régimen.
Como consecuencia de todo lo anterior, más de 7 millones de venezolanos han emigrado buscando una vida digna frente a los millones de emigrantes europeos que fueron Venezuela en busca de una vida mejor cuando había una política económica más liberal. Esta crisis de refugiados es la más grande que ha habido nunca en América Latina y una de las más fuertes del mundo.
Al mismo tiempo, lo sucedido en Venezuela recuerda a mucha menor escala lo que pasó en Argentina. En las primeras décadas del siglo XX, en que había una política económica liberal, este país era uno de los países más ricos, en términos de renta per cápita, no sólo de las Américas sino de todo el mundo, rivalizando incluso con Gran Bretaña, que era el país más rico. Y ello cambió radicalmente con la llegada del Peronismo y su intervencionismo estatista, momento a partir del cual la economía ha ido deteriorándose, pasando de ser un país al que emigraban millones de europeos (españoles, italianos, franceses, alemanes, británicos, de los países del Este, etc.) en busca de una vida mejor (de hecho, el puerto de Buenos Aires era junto con los de Nueva York y La Havana el principal destino de la emigración europea) a la Argentina actual del que huyen cada vez más millones (y el último que apague la luz).
Dime de qué regímenes a qué otros regímenes político-económicos van los grandes flujos migratorios y te diré qué sistemas son los mejores para el bienestar del conjunto de las personas.
LOS COMUNISTAS EN LA ACTUALIDAD
A pesar de los estrepitosos fracasos de todos los sistemas comunistas y similares sin excepción, los comunistas siguen existiendo y probablemente siempre existirán. Sin ir lejos, en España tenemos varios vicepresidentes de gobierno y ministros que se autodenominan comunistas, como Pablo Iglesias, Yolanda Díaz o Alberto Garzón.
Sigue habiendo bastantes comunistas, pero se han visto obligados a adaptarse al electorado de cada país. El Partido Comunista de la Federación Rusa (segundo más votado después del partido de Putin y heredero de antiguo Partido Comunista de la URSS) se ha tenido que amoldar a la actual democracia iliberal conservadora que existe en ese país. Del mismo modo, para poder sobrevivir el antiguo partido único comunista de la Alemania del Este ha tenido que hacer una operación de cirugía estética con su nueva marca Die Linke y además ha tenido que hacerse atractivo para un tipo de electorado alemán mucho más moderno y liberal que el ruso. Así, si en Rusia los comunistas son contrarios a los derechos LGTBI en Alemania están a favor de éstos, de los derechos de las mujeres, la ecología, etc. Renovarse o morir, teniendo siempre en cuenta que el voto es el voto. Pero al mismo tiempo, se consideran herederos de Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht, que intentaron destruir la democracia liberal que había en la República de Weimar (gobernada además por los socialdemócratas) mediante una revolución violenta (a pesar de tener un apoyo social de tal sólo un 2%) que introdujese un dictadura similar a la bolchevique en Rusia. Apunta maneras.
Algo parecido ha sucedido en España, donde el Partido Comunista de España pasó a usar la nueva marca Izquierda Unida y luego a sumarse a otras marcas más exitosas como Unidas Podemos o Sumar. Para ser justos, hay que decir que éstas 2 últimas no son propiamente comunistas, sino federaciones de una multitud de partidos que van desde la extrema izquierda hasta la izquierda.
De hecho, en general puede decirse que la nuevas formaciones herederas del antiguo comunismo en los diferentes países son una amalgama no uniforme de corrientes y militantes que oscilan entre los que están a favor del estalinismo más duro hasta muchísimo más suaves socialistas o socialdemócratas, pasando por categorías intermedias como marxistas-leninistas, trotskistas o simpatizantes del Bolivarismo y el Socialismo del Siglo XXI. Hay desde los que están en contra de los derechos humanos y de los animales hasta lo que están comprometidos con ellos, desde individuos autoritarios hasta otros profundamente demócratas.
Esa diversidad en que hay muy respetables, decentes y bienintencionados socialdemócratas tranquiliza. No obstante, no conviene olvidar 3 cosas. La primera es que detrás de los programas electorales de esas formaciones habilidosamente adaptados a ciertos nichos de votantes de cada país, con algunas propuestas atractivamente progresistas en países modernos, se esconde algo que tiene un serio riesgo de que al ponerlo en práctica de verdad acabe mal, como sucedió con el comunismo del siglo XX (en teoría y en apariencia muy atractivo para bastantes personas pero que al ponerlo en la práctico acabó convirtiéndose en un purgatorio cuando no en un auténtico infierno) o el Socialismo del Siglo XXI Bolivariano (3/4 de lo mismo).
Después de todos los destrozos y sufrimientos que han causado los comunistas y similares a lo largo de más de un siglo en todos los países, si una persona se autodefine como comunista transmite tan poca confianza como alguien se autoetiquete como nazi, por mucho que haga algunas propuestas atractivas.
En segundo lugar, y más grave, la mayoría de facciones de estas nuevas formaciones herederas del comunismo suele compartir en diferentes grados como mínimo estas 4 injusticias:
Expoliar a los demás lo que han obtenido de forma honrada, normalmente ellos mismos o sus padres o abuelos con su propio esfuerzo. Es justo expropiar latifundios que proceden de robo mediante conquista y que han sido heredados a lo largo de generaciones (como los de la aristocracia europea o los de Latinoamérica que tienen su origen en los conquistadores), pero quitar a alguien fruto del esfuerzo (del trabajo, el ahorro y la utilización del mismo en inversiones rentables) es un vulgar robo. 2 formas extendidas de esta injusticia en países donde hay ultraizquierdistas en el poder son la expropiación a las clases medias y altas (en Venezuela) y la okupación, una especie de expropiación parcial (en España)
Igualar los frutos del esfuerzo pero no el esfuerzo generador de los frutos. Es justo que si un campesino labra y cuida de sus campos cada día durante 10 horas al final se quede con el doble de cosecha que el que lo hace solamente con 5 horas diarias. Sería tremendamente injusto no querer igualar el número de horas que trabajan pero el día de la cosecha pretender igualar el beneficio obtenido por ambos aduciendo que esa desigualdad económica es una injusticia social. Se han hecho experimentos con niños y monos que han dado el mismo resultado: tenemos nosotros y otras especies un sentido innato de la justicia que nos dice que es justo obtener el mismo resultado por hacer lo mismo y diferente resultado por diferentes grados de esfuerzo. Por tanto algunos se equivocan bienintencionadamente y otros manipulan interesadamente cuando llaman injusticia social a la desigualdad económica que procede de diversos niveles de horas trabajadas (y por tanto de agotamiento y estrés), intensidad con que se trabajan, afán por hacer las cosas bien y ser competitivo, ahorro, riesgos asumidos (que también es una fuente de preocupaciones y de dinero perdido en inversiones fallidas), emprendimiento, etc.
Crear interesadamente a cambio de votos una nueva clase privilegiada que vive abusivamente de los demás sin trabajar, porque pueden pero no quieren trabajar. Es una clase parasitaria que recuerda al antiguo patriciado romano que vivía de sus esclavos o la nobleza feudal que vivía a costa del trabajo de sus siervos de gleba, por mucho que la actual neoaristocracia ociosa viva de forma mucho más austera.
Atacar la libertad individual, un tesoro básico del ser humano y otros seres sintientes por simple derecho nacimiento, con el límite esencialmente de no hacer daño ni abusar de los demás.
En tercer lugar, buena parte de esas facciones herederas del comunismo tienen una influencia marxista, origen de muchos males.