ICONOVILLANOS ESPAÑOLES: LOS REYES CATÓLICOS, CARLOS I, FELIPE II Y OTROS
El principal referente del nacionalismo español son los Reyes Católicos, por ser los fundadores de España, haber finalizado la reconquista y haber iniciado el imperio español. Pero la realidad es que cometieron crímenes a gran escala cuyos sufrimientos causados no tenían nada que envidiar a los de Jaume I:
El Rey Fernando de Aragón sometió a esclavitud a los habitantes conquistados de Málaga.
Más tarde su esposa Isabel hizo lo mismo con los habitantes del caído Reino de Granada.
A continuación, lo efectuó con los guanches, los nativos de las conquistadas Islas Canarias o, mejor dicho, con aquellos que no se habían suicidado tirándose por las peñas para no ser esclavizados.
Como no tenían suficiente para satisfacer su codicia, luego conquistaron América, robaron las tierras y riquezas a los indígenas y los sometieron al sistema de encomienda, un tipo de servitud o trabajo forzoso en teoría menos gravoso que la esclavitud, pero que en la práctica a menudo era similar.
Además, expulsaron a los judíos de España.
Y, por si fuera poco, promovieron la tortura y los horrores de la Inquisición.
El segundo icono más importante del relato españolista es el que llaman Carlos I de España y V de Alemania, aunque en aquella época se le llamaba Carlos V (y así es como se le llama en todas partes menos España).
Bastantes españoles se sienten orgullosos de él porque lo consideran un monarca español que consiguió para su país un gran imperio donde nunca se ponía el sol, que comprendía buena parte de Europa, América y lugares de Asia.
Para empezar, ello no es así, ya que en realidad era un belga con ancestros de varios lugares de Europa cuyo idioma era el francés y que no aprendió español hasta que le nombraron rey de España. Tampoco vivía en estas tierras, sino que se movía por las diferentes partes de Europa en que participaba en guerras. Y no consiguió un imperio para los españoles, sino un gran patrimonio para sí mismo y su familia, siendo sus vasallos españoles una parte más de sus pertenencias.
Pero lo que nos interesa aquí son los numerosos sufrimientos que causó a inocentes, tanto en el Viejo como en el Nuevo Continente:
En las Américas emprendió la conquista de nuevos territorios, acompañadas de asesinatos a inocentes, robo de tierras y la opresión y maltrato a los indígenas denunciados con detalle por Fray Bartolomé de las Casas, ante lo cual el emperador reaccionó, pero con cierta tibieza.
Además, fue durante su reinado cuando se inició de verdad el tráfico trasatlántico de esclavos africanos a sus colonias.
En Europa dedicó buena parte de su vida a guerras y conquistas con la que alimentar su ego, a expensar de grandes sufrimientos a un gran número de personas.
Fue durante su reinado que apareció en protestantismo, en la Alemania de la que él era emperador. Su reacción no fue la de tolerar esa forma de pensar diferente, sino de perseguirla y reprimirla mediante la fuerza, causando, una vez más, muchos daños.
El tercer icono del relato nacionalista español es su hijo Felipe II, todavía más siniestro que su padre y con más ensañamiento en la persecución de protestantes.
Y no podemos olvidar a los conquistadores de los cuales algunos patriotas españoles están tan orgullosos, especialmente a Hernán Cortés, Pizarro o Núñez de Balboa, que en realidad eran unos viles criminales que cometieron grandes atropellos contra inocentes, utilizando además métodos crueles como lanzar a sus perros asesinos para que destrozasen a indígenas homosexuales.
Y sin embargo, a diferencia de países como Francia, Alemania o Bélgica, en que hay una tendencia a retirar a los iconovillanos del espacio público o recontextualizarlos, en estas tierras no se está dando ese proceso civilizatorio.