¡NO DAÑEMOS!: NO IMPUTEMOS LAS MALDADES COLECTIVAS A UNOS POCOS LÍDERES

Algo que contribuye a que se perpetúen los daños es no asumir la responsabilidad colectiva por los abusos colectivos. Tenemos tendencia a absolvernos a nosotros y a la mayoría de la humanidad, atribuyendo las crueldades y canalladas a unos cuantos líderes o personas y considerando inocente al resto de la población. Hay bastantes que creen que hay una minoría de psicópatas y malas personas que son los que comenten las maldades, pero que el resto no son culpables de las mismas porque son bastante buenos. Pero ello no es así.

Por ejemplo, muchos están convencidos que Hitler era un loco que consiguió engañar y someter con puño de hierro al pueblo alemán. Pero la realidad es que tenía un gran apoyo popular. De hecho, los elementos del nazismo (nacionalismo, imperialismo, militarismo, antisemitismo) ya estaban muy extendidos en la sociedad alemana (y en otras) desde antes incluso que hubiese nacido Hitler.

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Éste simplemente se limitó a hacer realidad el sueño del Kaiser Guillermo II y de muchos otros alemanes: un gran imperio que permitiese a Alemania estar arriba del podio de las potencias mundiales, codo a codo con Gran Bretaña.

En el siglo XIX Alemania ya había superado a este país a nivel industrial, y ahora había un sueño colectivo de ponerse a su nivel también a nivel militar e imperial. En el Segundo Reich de Guillermo II (desde finales del s. XIX hasta la Primera Guerra Mundial) ya predominaba un fervoroso nacionalismo, que en realidad databa desde como mínimo principios de s. XIX, hasta el punto de que quien no era nacionalista estaba bajo sospecha.

También había un fuerte militarismo. El orden militar estaba por encima del civil y abundaban las asociaciones y peñas militares y patrióticas. Se dedicaban muchos recursos a crear una flota al mismo nivel que la británica y un gran ejército con el fin de conseguir una invasión rápida y por sorpresa de Bélgica y Francia. Los que no estaban de acuerdo con estas aspiraciones, como los socialdemócratas, podían ser considerados por la mayoría como unos traidores a la patria.

Cuando el Kaiser envió tropas para aplastar la rebelión de los Boxers en China dio instrucciones al ejército de que fuese despiadado con ellos, del mismo modo que Hitler hizo respecto a los pueblos del Este de Europa. Es más, Guillermo II ya habló de exterminar a los judíos y de hacerlo mediante gas años antes que Hitler. Y también de conquistar Lebensraum (espacio vital) en el este de Europa.

Él era la expresión de todo un caldo de cultivo social extendido que fue el que dio lugar a también a la Primera Guerra Mundial y no mucho más tarde al ascenso de Hitler, la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. Hoy en día los historiadores saben que la mayoría de los alemanes apoyaban a Hitler a pesar de conocer sus atropellos con los judíos y otros colectivos. En las elecciones el 44% del electorado lo votó, pero más adelante el soporte pasó a ser muy superior, tanto entre alemanes como austríacos, posiblemente generalizado.

De hecho, los expertos aseguran que las dictaduras y regímenes autoritarios cuentan con un considerable apoyo social, ya que de otra manera es difícil que se mantengan.

Y asimismo las injusticias institucionalizadas en las sociedades se perpetúan a lo largo del tiempo (a menudo siglos) porque la mayoría de la sociedad están a favor de ellas. Es el caso de criminalización de homosexuales, a pesar de que sean unos inocentes que no hagan daño a nadie, en países de mayoría musulmana o cristiana. En los mismos, los sondeos sociológicos permiten ver cómo la mayor parte de la población es homófoba, y es por ello que los políticos mantienen leyes abusivas contra el colectivo LGTBI.

Lo mismo puede decirse de la esclavitud. En aquella época no había encuestas de opinión, pero en algún lugar, como el Sur de Estados Unidos, sí se celebraban elecciones democráticas, en las cuales solían ser votados por mayoría al Partido Demócrata, que en aquellos tiempos en el Sur protegía la esclavitud y los intereses de los dueños de plantaciones.

Y lo mismo puede decirse de otros horrores del pasado, como los sacrificios humanos. Y también del presente, como, por ejemplo:

  • La LIMPIEZA ÉTICA DE LOS BALCANES llevadas a cabo por los serbios. Existe la idea de que los genocidios, crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos eran cosa de su presidente Milosevic y unos pocos sanguinarios más. Pero la realidad es que aquél no tenía otra opción que cometer todas esas atrocidades, ya que era el su pueblo el que le presionaba a ello.
  • La INVASIÓN DE UCRANIA POR RUSIA y las violaciones de derechos humanos cometidos en la misma. Muchos creen que es la guerra de Putin y unos cuantos políticos y oligarcas que le rodean. Pero la verdad es muy diferente: la mayor parte de los rusos comparten el mismo sentir nacionalista e imperialista de su presidente. Y también sus valores tradicionalistas de herencia cristiana ortodoxa que justifican la lucha contra un Occidente decadente (según ellos). Por consiguiente, Putin tiene unos índices de popularidad entre los más altos del mundo, entre un 60% y casi un 90%, subiendo a máximos cuando emprende conquistas como la actual.
  • Y lo mismo cabe decir de los ucranianos, que durante años han hecho con los habitantes del DOMBÁS más o menos lo mismo que los rusos han hecho con los ucranianos, cometiendo también violaciones de derechos humanos. Todo ello con el apoyo de la gran mayoría (entre un 66% y un 85% según los diferentes sondeos) de la población, que es nacionalista intransigente.
  • Los crímenes contra inocentes cometidos mutuamente por los gobiernos de ISRAEL Y GAZA, que en realidad cuentan con un amplio respaldo de sus respectivas poblaciones: 57-66% de los gazatíes y entre un 47-98% de los judíos israelís.

En resumen, bastantes atrocidades suelen tener una responsabilidad colectiva, de la mayor parte de la sociedad. Y por ello es necesario una reforma de ésta en su conjunto, en vez de poner unos cuantos parches. Porque, además, pueden volverse a producir daños a gran escala en cualquier momento cuando se dan ciertas circunstancias, como sucedió en la Primera y la Segunda Guerra Mundial.

¿Cómo hacer esa reforma? Lee la respuesta en ¡NO DAÑEMOS!: Reformemos la sociedad.

Gracias por compartir para conseguir un mundo mejor que como lo encontraste,

 Xavier Paya 

Iniciativa ¡NO DAÑES!

www.institutodelbienestar.com

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