Porque si no lo hacemos puede haber un aumento, incluso grande, en delincuencia e inseguridad ciudadana, como ha sucedido en Suecia, incluyendo robos, asesinatos, ataques violentos y violaciones en grupo. Para impedirlo conviene hacer un buen filtrado, cuyo rigor en buena lógica variará según los colectivos de inmigrantes. Por ejemplo, estadísticamente los inmigrantes de países de extremo oriente como Corea del Sur, China o Japón, o alguno del sur de Asia, como India, suelen presentar niveles delincuencia muy bajos, menores que los occidentales blancos.
En cambio, el nivel promedio de criminalidad de los procedentes de ciertos lugares de Oriente Medio (como Siria, Irak, Kuwait, Palestina, Líbano o Afganistán), Norte de África (como Marruecos, Túnez, Argelia o Egipto) y África subsahariana (como Uganda, Somalia, Etiopia o Kenia), suele estar entre los más altos.
Conviene aclarar que en todos esos colectivos hay todo tipo de individuos, que en una escala del 0 al 10 oscilan entre los mayores niveles de bondad y respeto hasta la máxima maldad e incivismo. Los porcentajes estadísticos medios son diferentes entre las comunidades chinas y las iraquís, pero al mismo tiempo hay iraquís extremadamente honrados, mucho más que ciertos criminales chinos.
Por otro lado, una política de acogida indiscriminada puede llevar a que vayamos marcha atrás en derechos y libertades, como acontece en algún municipio de Michigan, en que la mayoría musulmana conservadora impone al resto un retroceso en aquéllos, a través de sus políticos que han tomado el poder. Es preocupante que en algunos países occidentales se creen partidos islámicos que quieren imponer la sharía a toda la sociedad. A diferencia de los musulmanes liberales y modernos, el islam tradicionalista, especialmente el fundamentalista, es incompatible valores occidentales de libertad y tolerancia.
Y aún es menos admisible que existan violaciones sexuales en grupo a porque los agresores han sido educados en sus lugares de origen con una mentalidad ultramachista y retrógrada que considera a las mujeres como meros objetos. O que haya barrios donde hay una policía religiosa y se acosa a mujeres que no van vestidas según las pautas islámicas conservadoras. Y donde musulmanes fundamentalistas agreden a gais por ir cogidos de la mano, a judíos por llevar la kippa, etc.
Y para colmo la policía y autoridades aconsejan a las víctimas que sean discretas para no ser atacadas. Todo eso es un parche y no la solución, la cual consiste es acabar con los anterior de raíz, si es necesario expulsando a los opresores de las libertades propias de la civilización occidental y cerrando mezquitas, escuelas coránicas integristas y sitios web yihadistas. Muerto el perro, muerta la rabia. Porque toda sociedad tiene derecho a su legítima defensa y todo gobierno tiene la obligación de proteger a sus ciudadanos frente a los abusadores.
Ese empeoramiento social tiene lugar cuando no hay una política migratoria sensata y coherente con los valores democráticos, liberales y de respeto de los derechos humanos. Y, de nuevo, no es tema de color de la piel, nacionalidad, etnia o confesión, sino de modus operandi y pensandi, dañino versus respetuoso.
La inmigración benigna y considerada con los demás aporta cosmopolitismo y riqueza, siendo cuanto más variada más enriquecedora, mientras que la opuesta trae un multiculturalismo caracterizado por el deterioro, con sociedades paralelas atrasadas, encerradas en sí mismas y tercermundistas, algunas incluso medievales. Ha costado mucho sacrificio para conseguir una sociedad más justa y con mayor bienestar. De hecho, algunos han dado su vida o han sido encarcelados y torturados por su lucha por un mundo mejor. No retrocedamos ni un solo paso, sino sigamos avanzando siempre.
¡NO DEJEMOS ENTRAR AL CABALLO DE TROYA!
Para que una sociedad pueda funcionar bien necesita un buen sistema inmunológico que neutralice las amenazas para la misma, del mismo modo que sucede en un organismo vivo con sus anticuerpos que lo protegen de virus y bacterias. Por ello, el buenismo naif y bien pensado que cree que todo el mundo es bueno y que por tanto hay que abrir las puertas de par en par a todos es una especie de inmunodeficiencia.
Marchemos siempre hacia adelante y nunca hacia atrás. Y sobre todo, JUSTICIA SIEMPRE, entendida como no hacer daño a los demás que no sean el legítima defensa.
Gracias por compartir para que los demás también puedan ver las orejas del lobo y cerrarle la puerta antes de que pueda entrar en nuestra casa y se nos acabe comiendo.
Algunas personas ven poco probable lo anterior, pero en realidad en tan sólo unas décadas puede haber un gran cambio demográfico y sociológico, como se puede ver en el siguiente gráfico.
Las franjas azules representan la evolución de la población autóctona alemana (nacimientos menos fallecimientos) y las naranjas de la población inmigrante (inmigración neta), por lo que se puede apreciar una clara sustitución de la población autóctona. Y ello puede ser incluso bueno, siempre que los nuevos pobladores sean los adecuados, pero nefasto si se trata de invasores que vienen a causar daños y destruir los aspectos positivos de la cultura local.