La política social puede tener un gran impacto en el bienestar de personas en situaciones desfavorables. Al mismo tiempo, un exceso de la misma puede incentivar que parte de la gente intente no asumir su justa parte del trabajo, esfuerzo y aportación a la sociedad, aprovechándose de los que sí lo hacen. Por ello, la política social realmente orientada al bienestar es la equilibrada entre solidaridad y responsabilidad personal, gestionada de una forma justa y competente:
1. Solidaridad con los necesitados, los que no pueden valerse por sí mismos. Se trata de personas que han tenido mala suerte, pues padecen algún tipo discapacidad laboral permanente o temporal, ya sea a causa de enfermedad física o mental (como depresión grave o esquizofrenia), accidente, adicción (como drogodependencia), problema temporal (como un gran desgaste en el trabajo) o de por vida (como una tetraplegia, aunque algunas personas la tienen y continúan trabajando, como Stephen Hawkings).
También incluye a los que tienen a su cargo personas dependientes y a los que no encuentran trabajo a pesar de buscarlo activamente. No son individuos que no quieran contribuir al país en su justa medida, sino que no pueden. Una sociedad orientada a la felicidad les garantiza una vida digna.
Obviamente, la solidaridad ha de ser justa. Por ejemplo, a menudo hay personas que tienen una discapacidad para el oficio que venían ejerciendo, pero pueden realizar otros trabajos, en cuyo caso no procede ningún tipo de ayuda. O no están condiciones se hacerlo a jornada completa, pero sí a tiempo parcial, por lo que lo justo es que el subsidio sea solamente parcial.
Salvo los casos excepcionales de imposibilidad permanente para trabajar, las ayudas han de ser temporales. Por ejemplo, alguien pierde su trabajo y no puede pagar la hipoteca. Para colmo de males su pareja le deja y entra en depresión profunda, por lo que no está en condiciones de llevar a cabo otro empleo con éxito. Por tanto, necesita soporte material y psicológico mientras remonta y vuelve a estar en condiciones de volver a una vida normal. Pero una vez está en condiciones, es su deber volver a trabajar y es la obligación de los servicios sociales hacer que acepte una oferta de empleo y dar por finalizada la ayuda social.
2. Fuerte compromiso con eliminar o reducir todo tipo de sufrimientos, como los siguientes:
Enfermedades o accidentes que causen dolor o malestar.
Problemas psicológicos, especialmente los que causen más sufrimiento, como la depresión grave.
Adicciones.
Violencia, abusos y malos tratos de todo tipo (físicos, emocionales, sexuales), en todos los ámbitos (doméstico, escolar, laboral, etc.) y a cualquier tipo de personas (mujeres, niños, minorías, etc.).
Un Estado del Bienestar Personal tiene políticas específicas efectivas para cada uno de esas problemáticas, dedicando suficientes medios y gasto público en los que lo pasan mal, especialmente si tienen grandes sufrimientos.
3. Responsabilidad personal. Al mismo tiempo, es firme a la hora de evitar el abuso del sistema y la ociosidad a costa de otras personas que trabajen y tengan iniciativas, ya que tiene dos consecuencias negativas en el bienestar:
Hay menos personas tirando del carro de la generación de prosperidad, lo que afecta negativamente a la sanidad, educación, investigación, etc. La construcción de una Sociedad del Bienestar Personal no se hace sola, sino que necesita la aportación del máximo número de personas. Los que no contribuyen pudiendo hacerlo están lastrando la calidad de vida de la sociedad en su conjunto. Leer más…
La sociedad se acaba dividiendo entre los que tiran del carro y los que se tumban cómodamente encima del mismo a pesar de que estar en condiciones de empujar también. Ello sobrecarga a los primeros y les genera malestar y sentimiento de injusticia.
Por todo ello, un Estado del Bienestar Personal fomenta el trabajo y el esfuerzo moderado, así como la iniciativa privada.
4. Oportunidades. Una sociedad happy-friendly ofrece unas buenas condiciones para el crecimiento profesional y personal. Ello incluye permitir la ascensión social a aquellos que están dispuestos a trabajar, esforzarse y aprovechar las posibilidades propias de una sociedad meritocrática. Una buena manera de conseguirlo es mediante una educación para todos, de calidad en la medida en que haya recursos. Leer más…
5. Moderación enigualdad social. Según varios estudios correlacionales (que relacionan encuestas sobre el grado de satisfacción con la vida con diferentes parámetros sociales, como la renta per cápita o el nivel educativo), el bienestar subjetivo es mayor en los países con cierto grado de igualdad social, como los escandinavos. Sin embargo, hay alguna investigación que correlaciona positivamente desigualdad social y felicidad.
Qué grado de igualdad social es el más adecuado es una cuestión muy delicada, ya que entran en juego dos factores:
Laeficiencia económica, pues un exceso de igualdad puede desincentivar el trabajo y la iniciativa privada. Y la prosperidad correlaciona positivamente con el bienestar, al menos hasta un cierto nivel.
La justicia. Lo explicaré con un ejemplo. Imaginemos a dos personas llamadas Hormiga y Cigarra. Hormiga sigue generalmente en su vida la ley del máximo esfuerzo: tiene muchos estudios y ha sido aplicado en ellos, sacando buenas notas, trabaja duro, ahorra todo lo que puede, se arriesga, se ha complicado la vida con proyectos empresariales. Como consecuencia de todo ello, ha progresado económicamente y se gana bien la vida, aunque para ello paga un precio: cansancio, estrés y a veces incluso agotamiento. En cambio, Cigarra sistemáticamente ha aplicado en su vida la ley del mínimo esfuerzo: no ha querido estudiar ni el mínimo obligatorio, busca trabajos sencillos en los cuales se esfuerza poco, intentando escaquearse, por lo que a cabo de cierto tiempo le acaban despidiendo de cada empleo. Como resultado de su actitud, Cigarra tiene una vida tranquila y cómoda, pero siempre va justo de dinero. ¿Hasta qué punto es justo que Hormiga comparta los frutos de sus esfuerzos con Cigarra si ésta en cambio no comparte el esfuerzo y el cansancio con la primera? Y la justicia también correlaciona positivamente con el bienestar. Leer más…
Todo lo anterior hace que sea un tema complejo y difícil saber cuál es el nivel óptimo de corrección de las grandes desigualdades sociales. Es a cada sociedad a quien le corresponde decidirlo con su mejor criterio. Aunque sí hay algo claro: conviene situarse en la banda de la moderación, evitando los extremos de una excesiva desigualdad o igualdad social, ya que ninguno de ambos es propicio para el bienestar.