a los criminales y sus cómplices. Estos siempre están interesados en que sus villanías no salgan a la luz, que no se hable de ello y mucho menos se denuncie, juzgue y condene.
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Pero, ¿tienen que callar la víctima, su abogado, el fiscal y los testigos para no molestar a aquéllos? Sería absurdo, ¿verdad? Pues no tengamos nosotros tampoco esa actitud ilógica y coadyuvante, sino una recta, íntegra, noble y valiente.
Porque el problema nunca es el que se alza contra una fechoría, la combate y quiere terminar con ella. El problema son los atropellos, quienes los cometen y sus cómplices, incluyendo aquellos que querrían tapar la boca a los que hablan y se oponen a esas injusticias.
Por poner un ejemplo, el mal nunca son los activistas pro derechos humanos que luchan contra violaciones de los mismos en ciertas dictaduras, sino las autoridades que los quieren hacer callar, incluso mediante tortura, prisión y asesinato. No nos confundamos: el problema no es el cirujano, sino el cáncer. El primero es la solución.
NO TEMAMOS HABLAR ALTO Y CLARO

En asuntos de justicia se dicen las cosas claras. Es mejor hacerlo de manera asertiva, pero tampoco es obligatorio, siempre y cuando se mantenga la corrección. En estos temas procede hablar de forma directa, aunque pueda herir la sensibilidad de los victimizadores, ya sean en grado de autoría o de complicidad, con el lenguaje que se usa en un juicio.
En el mismo, el juez, los abogados, fiscales, partes y testigos no hablan con indirectas y mucho menos callan para no molestar. No minimizan ni endulzan con miel, ni mucho menos tapan los hechos ni las pruebas con sus chaquetas para que no se vean, sino que aquéllos se presentan tal como son. Pues para hacer justicia la base es decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, de la manera más objetiva posible.
Y al final el juez dicta sentencia de forma clara e inequívoca, sin ningún tipo de lenguaje diplomático o suavizante, intentando ser imparcial. Dice que se ha cometido un delito de asesinato, violación o secuestro y detalla los hechos y pruebas de dicho crimen. Punto.
Hagamos eso mismo. No callemos o hablemos en voz bajita con la cabeza gacha, sino claro y alto con la testa bien alta.
No nos quedemos pasivos con los brazos cruzados frente al abuso, sino que hagamos algo por dejar un mundo más feliz y justo del que nos hemos encontrado. Puede ser algo pequeño, algo a nuestro alcance, nuestro granito de arena, que si se junta con el que aporten los demás puede crear una playa y producir grandes cambios.
Gracias por compartir este mensaje si crees que hacerlo puede contribuir a un mundo mejor, con menos atropellos y sufrimientos,