2. El castigo institucionalizado: prisión, multa, trabajo comunitario; en algunos países pena de muerte, latigazos, etc..
3. La venganza, que es cuando dicho castigo lo impone un/os particular/es en vez de las autoridades, es decir, tomarse la justicia por la mano.
Esas 3 reacciones pueden ser justas o injustas, según la proporcionalidad de las mismas en relación con el atropello cometido. Y pueden ir acompañadas o no de:
4. La reeducación y/o terapia al victimizador para que no vuelva a cometer abusos.
De todas esas posibles reacciones la que más beneficia a la víctima es la reparación, siendo la única que le permite la compensación total o, en caso de no ser posible ésta, la máxima posible.
Además de ello, también le beneficia tanto a ella como a otros posibles agraviados futuros la reeducación y/o terapia (ésta última por ejemplo en casos de delitos causados por drogadicción o problemas de salud mental), siempre y cuando sea efectiva para evitar la reincidencia. La eficacia es aproximadamente de un 43% respecto a los casos en que no hay reeducación y/o terapia, porcentaje suficientemente alto como para que merezca la pena. Al mismo tiempo, es justo que el coste de estos servicios lo asuman los agresores.
En cambio, el castigo por parte de las autoridades le sirve relativamente poco al abusado: tiene la satisfacción de que el crimen no haya quedado impune, pero el beneficiario de la multa o el trabajo comunitario no es la víctima, sino el Estado (es decir, el conjunto de la sociedad). Y si hay pena de cárcel, lo que hace es causar un daño al agresor, pero ello suele beneficiar poco al damnificado, además de que es poco eficaz para evitar la reincidencia y de tener un coste considerable para el conjunto de la sociedad.
El victimizador no es con el Estado con quien tiene que rendir cuentas, sino con la víctima o, en caso de que esta fallezca, con los beneficiarios que ella elegiría. La justicia es justa cuando está centrada en el agraviado y no en el Estado. Sólo cuando se causa un daño al conjunto de la sociedad, como en delitos fiscales, ecológicos o que creen inseguridad ciudadana, procede reparar al Estado.
Para terminar, en el hipotético caso de vivir en un lugar donde no existiesen los mecanismos para obligar al victimizador a reparar el daño que ha causado, sería justo que la víctima se tomase la justicia por su mano, siempre y cuando ésta sea proporcional al agravio. Incluso en caso de daños grandes sería honesto el acortamiento de la vida del victimizador para que no vuelva a hacer daño a nadie. Por ejemplo, los múltiples intentos de terminar con la vida de Hitler estuvieron más que justificados, porque el tiranicidio constituye legítima defensa.
¿Qué puedes hacer para conseguir un sistema de justicia más justo?:
1. Firmar esta campaña para pedir a todos los gobiernos que se desagravien plenamente todos los daños y perjuicios causados a inocentes… ¡FIRMA YA!…
2. Firmar esta campaña para pedir que se sustituya la pena de prisión, en la medida de lo posible, por la reparación de daños y la reeducación…¡FIRMA YA!…