¡EVITEMOS DAÑOS!: ALZÉMONOS CONTRA LA ESCLAVITUD MODERNA
Diferentes versículos de la Biblia hacen un retrato de Dios como si fuese un tirano malvado y sanguinario:
Éxodo 12:29: el Señor hace un holocausto de todos los primogénitos de Egipto, tanto de humanos como de no humanos, aunque sean inocentes.
Génesis 6-9: Comete un genocidio mucho más grande con el Diluvio Universal, en el que fueron víctimas casi todos los seres humanos y no humanos.
Números 21:4-9: Envía una plaga de serpientes que muerden a los judíos que se quejaron de Dios y Moisés durante la travesía del desierto por falta de comida y agua, aunque luego perdona la vida a algunos de ellos.
Números 11:1-3: Dios iracundo envía fuego y quema una parte del campamento judío porque la gente se quejó de la adversidad.
Levítico 10:1-2: Asesina a Nadab y Abihú quemándolos con fuego por no hacer la ofrenda exactamente según sus normas.
Éxodo 7-12: Envía las 10 Plagas de Egipto, causando grandes daños a niños, inocentes y animales.
Deuteronomio 5:9-10: Castiga a los que no siguen sus estrictos dogmas y además a sus descendientes hasta la tercera y cuarta generación. Para que esto quede claro, se repite en otros versículos.
Otros versículos similares son Génesis 3:14-15, 2 Samuel 7:14, Job 33:19 y 2 Samuel 6:6-8.
Los monarcas de aquellas épocas eran a menudo unos verdaderos dictadores que abusaban, guerreaban, conquistaban, masacraban, saqueaban, quemaban ciudades enteras y entregaban a todas las mujeres conquistadas para violación a sus soldados como parte del botín de guerra. Y era algo generalizado, en la mayor parte del mundo.
La gente nacía y se criaba en ese esquema de la ley del más fuerte, por lo que les parecía lo normal, ya que no conocían otro modelo de sociedad. Siempre habían vivido en dentro de aquella reducida caja mental. Por tanto es normal que los autores de diferentes libros de la Biblia concibiesen a Dios a imagen y semejanza de dichos reyes, emperadores y caciques despóticos. De ahí, que le llamen “Señor”, como seguramente se dirigirían a sus superiores jerárquicos.
De hecho, desde un punto de vista antropológico era práctica habitual que los artistas creadores de las miles de religiones surgidas a lo largo de la historia inventasen dioses a imagen y semejanza de personas, animales, astros, aspectos de la vida humana u otros elementos que les rodeaban. Así, por ejemplo, los antiguos dioses griegos, romanos o vikingos representaban diferentes tipos de personas.
En los credos monoteístas se ha tendido a construir al Dios único y verdadero a imagen y semejanza de los soberanos de aquellas época, de los “Señores”. Por tanto, no conviene confundir la cosmovisión subjetiva de los autores anteriores con la realidad. Podemos reconocer como patrimonio cultural de la humanidad las imaginativas creaciones de aquellos autores de religiones, tanto como las de los autores de libros o pinturas, pero no como verdades científicamente probadas.
Por otro lado, hay otros versículos del Nuevo Testamento que afirman que las múltiples exhortaciones bíblicas a la violación de derechos humanos (leer en ¡NO DAÑEMOS!: Contextualicemos los versículos dañinos de la Biblia) son palabra de Dios:
Mateo 5:17-20: todo el Antiguo Testamento es válido y debe obedecerse hasta la última coma.
Timoteo 3:16: toda la Biblia está inspirada por Dios y nos enseña lo que está bien y lo que está mal.
Es por eso que la Iglesia Católica y otras iglesias han seguido a lo largo de miles de años los diferentes preceptos de la Biblia, incluyendo sus textos más abusivos y crueles, y en las misas se leen extractos tanto del Nuevo como del Antiguo Testamento.
Es dudoso que Jesucristo dijese lo que afirman Juan y Mateo, ya que el resto de su mensaje suele desviarse de los versículos dañinos, como cuando protege a una casada que ha tenido sexo fuera del matrimonio que iba a ser asesinada por lapidación (Juan 8:3-8). A diferencia de San Pablo, nunca defendió la esclavitud, el maltrato a homosexuales ni otras violaciones de derechos humanos.
Por ello, podría ser que Juan o Mateo, educados en el judaísmo tradicionalista, hayan añadido de su propia cosecha esos versículos porque ellos sí creían en todos esos abusos. Otra posibilidad es que posteriormente alguien haya modificado los evangelios a su gusto.
En cualquier caso, no se puede seguir a dos señores al mismo tiempo: por un lado a la justicia y la ética y otro al Cristianismo tradicionalista que acepta los pasajes dañinos. Por ello al final no queda más remedio que elegir entre 2 opciones:
1. Ser cómplice de los crímenes, violaciones de derechos humanos y las grandes injusticias contenidas en los versículos malignos, intentando defender lo indefendible, justificar lo injustificable, atenuar lo inatenuable, blanquear lo inblanqueable y edulcorar lo inedulcorable.
2. Ser recto y buena persona, libre crueldad, desmarcándose clara y categóricamente de todo eso y haciendo algo para que las iglesias cristianas se reformen hasta ser 100% benignas e inocuas.