El dogmatismo es un cianuro que ha causado muchos sufrimientos a inocentes a lo largo de la historia, incluyendo asesinatos, torturas, persecución, castigos, marginación, desprecio, etc.
Por ejemplo, el dogma de la unidad de la fe católica dio lugar a las guerras de religión contra los protestantes en que se estima que murió el 20% de la población europea, aunque en las regiones de Europa en que tuvieron lugar los enfrentamientos (sobre todo en Alemania) normalmente falleció la mayor parte de sus habitantes. A lo que hay que añadir millones de amputados, heridos, torturados, huérfanos, madres que perdieron a sus hijos, hambrientos, etc.
Y algo parecido en diferentes grados puede decirse de las numerosas guerras y conflictos de independencia ocasionadas por el dogma rígido como el hierro de la indivisibilidad territorial.
¿Pero qué es un dogma? Consiste en una creencia indiscutible y de cumplimiento obligado, llevando por tanto a menudo a hacer daño al que no la cumple. Es muy típico de las religiones en sus versiones tradicionalistas y sobre todo fundamentalistas (a diferencia de las liberales, tolerantes y benignas), ideologías totalitarias, como el nazismo o el comunismo, ultranacionalismos y otro tipo de pestes que inoculan virus en nuestra mente. Leer más en…
Por ejemplo, la gran mayoría de los aztecas creían ciegamente que tenían que hacer sacrificios masivos y crueles de esclavos para que sus dioses les ayudasen, a pesar de que no tenían ninguna prueba de que ello fuese verdad. Generación tras generación repetían ese dogma como loros de repetición sin que casi nadie se lo cuestionase.
Lo contrario del dogmatismo es la racionalidad, que consiste en pensar por nosotros mismos mediante el análisis, el cuestionamiento y la comprobación. Supone el reconocimiento como verdades solamente de los hechos probados y demostrados y la duda respecto a simples teorías, hipótesis, afirmaciones y opiniones. Leer más en…
Afortunadamente, desde el Siglo de las Luces, hace unos 300 años, hay un proceso gradual en que la razón va comiendo terreno a la fe ciega. Por ejemplo, hace unas décadas todavía estaba extendido en bastantes países el dogma de la sagrada indisolubilidad del matrimonio, incluso en caso de que una mujer recibiese palizas de su marido.
Tanto es así que, cuando aquélla pedía ayuda a su confesor, éste le respondía que tenía que aguantar estoicamente porque esa era la voluntad de Dios. Si acudía a la policía, la misma le aconsejaba que no provocase a su marido. Y en el supuesto de que una señora se separase de su esposo era estigmatizada, porque supuestamente iba contra el Señor. En la actualidad todo eso se ha superado en muchos países, viéndose esa barbarie como algo carpetovetónico y casposo propio de épocas grises.
Continuemos por la senda de ese progreso histórico, siendo nosotros mismos lo más racionales posible y contribuyendo a crear un entorno libre, abierto, respetuoso,justo y avanzado, así como evitando el adoctrinamiento a niños y jóvenes. Eduquémoslos en el pensamiento crítico, fomentando debates, la investigación y pidiéndoles pruebas de las afirmaciones que hagan. Preguntémosles: ¿Cómo sabes que eso es así? ¿En base a qué estás tan seguro?