La seguridad es una de las necesidades más básicas de los individuos, teniendo una considerable influencia en el bienestar. Por tanto, unos gobernantes orientados a éste tienen un fuerte compromiso en garantizar la primera, así como en evitar los abusos de poder por parte de los cuerpos policiales y militares. La política de seguridad orientada a la felicidad busca un equilibrio que combina la firmeza contra la delincuencia y un razonable respeto de los infractores, haciendo un gran esfuerzo en la re-educación y reinserción de éstos. Se concreta de la siguiente manera:
1. Garantizar la seguridad y el respeto de los derechos de cada ciudadano con la firmeza necesaria la seguridad, evitando la impunidad, permisividad, tolerancia y “buenismo” hacia la criminalidad. Para ello se asignan los medios y se crean los mecanismos suficientes. En especial se emplea el máximo celo para evitar situaciones que causan especial sufrimiento, como los malos tratos o la esclavitud.
2. Contundencia en evitar abusos por parte de las fuerzas de seguridad:
Cámaras en comisarías para controlar todo lo que allí sucede.
Permitir a los ciudadanos grabar actuaciones de fuerzas de seguridad.
Si es necesario, instalar cámaras en sus uniformes y/o vehículos.
Claro compromiso en la investigación y, si procede, reparación, en caso de denuncia de abusos.
Una sociedad orientada a la felicidad tiene una tolerancia 0 hacia los mismos, especialmente con las torturas y malos tratos.
Al agente que haya oprimido se le aparta de su cargo, se le procesa, se le reeduca y se le obliga a reparar los daños causados. Además, la selección de los aspirantes a los cuerpos armados se efectúa con el máximo rigor, utilizando pruebas de personalidad y entrevistas de psicólogos para evitar sádicos, psicópatas y en general personas crueles o con tendencias excesivamente violentas.
3. Programas de re-educación de los delincuentes. En los mismos se les forma de forma intensiva en valores como el respeto de los derechos y libertades de los demás, empatía, gestión de conflictos y otras habilidades sociales, de comunicación y emocionales. Va acompañado de una terapia apropiada orientada a modificar su forma de pensar y actuar y a que vea las consecuencias de sus acciones en los demás. Lo justo es que el coste de todo ello lo asuman los propios criminales.
4. Reparación de los daños. La prisión es un castigo cruel que supone la pérdida de algo tal valioso como la libertad y que además supone poco beneficio para las víctimas. Por ello, en la medida de lo posible, conviene sustituir la cárcel y la sanción por el resarcimiento de los perjuicios causados, de tal manera que a la víctima le compense haber recibido primero el daño y luego el resarcimiento… leer más en…
5. Al mismo tiempo, se toman medidas suficientes que eviten que psicópatas, sádicos y gente cruel causen sufrimientos a los demás. Si es necesario, se recurrirá a la prisión indefinida para las personas que hayan demostrado crueldad manifiesta con víctimas inocentes (por tanto se excluye crueldad aplicada en legítima defensa o venganza). Un Estado happiness-oriented les garantiza unas condiciones de vida dignas, pero los separa de otros reclusos para que no les causen daños.
Asimismo, intenta re-educarlos de la forma más efectiva posible para que se transformen en personas respetuosas y empáticas. En el momento en que haya garantías muy altas de que se han transformado a nivel profundo y de que no van a causar más sufrimientos se les devuelve la libertad. Esto también podría ser aplicable a otro tipo de delincuentes que han causado sufrimientos y pueden volver a hacerlo en el futuro, como terroristas.
No tomar las medidas necesarias para evitar daños y crueldad es ser corresponsable del sufrimiento causado. Por tanto, con este tema se requiere eficacia y contundencia, actitud muy diferente al buenismo, que se posiciona a favor del victimizador en perjuicio de las víctimas. En cambio, la orientación a la felicidad está ante todo a favor de las víctimas y posibles víctimas susceptibles de padecer sufrimientos. La diferencia entre el “buenista” y el “bueno” es que el primero tiene más empatía de la razonable con el agresor y menos de la deseable con la víctima que sufre, velando por los intereses del primero a costa de dejar desprotegidos a los abusados. Leer más en…
Asimismo, se impedirá el abuso entre presos o de personal de prisiones hacia los anteriores. Si es necesario, se instalarán cámaras y se separará a los reos maltratadores del resto.
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