¿Y SI LA VÍCTIMA ESTÁ MUERTA?
Lo lógico es que la reparación sea en beneficio de aquellos a quien aquélla habría deseado. Como no es fácil averiguar esa voluntad, se puede partir de la presunción de que la agraviada habría querido dejar la indemnización a sus herederos, aunque también podría ser que hubiese preferido dar toda o parte de ella a una organización o causa, por ejemplo para luchar contra el atropello de que fue víctima. Ese tipo de valoraciones corresponden en cada caso a cada damnificador que quiera reparar el daño de forma voluntaria o a cada juez que lo establezca de forma obligatoria.
Así, por ejemplo, los daños que hemos causado a las decenas de miles de animales no humanos de granja y piscifactoría que hemos consumido a lo largo de nuestra vida los podemos desagraviar luchando contra la victimización de dichos animales. Esa habría sido probablemente la voluntad de las víctimas.
¡REPAREMOS LOS DAÑOS!: También los causados a los animales no humanos
¿Y CUÁNDO LA SOCIEDAD ES LA VÍCTIMA?
Cuando los perjuicios se causan al conjunto de la sociedad, también procede desagraviarla. Por ejemplo, en caso de robo, agresión física o violación es equitativo pagar el coste policial y judicial, así como compensar a la comunidad por la menor calidad de vida que supone la inseguridad.
¿Y SI LOS VICTIMIZADORES SON MENORES, MASCOTAS O EL ESTADO?
A los padres les corresponde asumir la responsabilidad por los daños causados por sus hijos menores de edad y a los titulares de mascotas los perjuicios generados por éstas. Nadie tiene la obligación de ser padre, pero todos los que elijan esta opción debe hacerse cargo de las posibles consecuencias.
También es justo que los políticos y funcionarios reparen los daños (incluyendo los morales) que causen a ciudadanos concretos o al conjunto de la sociedad en casos de prevaricación, corrupción, malversación, condenas sin pruebas suficientes o malgasto debido a intereses egoístas. Si causan daño actuando de buena fe, es justo que resarza el Estado, pero cuando no es así, no corresponde a los contribuyentes asumir esa indemnización, sino al abusador, con su propio bolsillo y, si es necesario, con horas de trabajo.
Es justo también que el Estado pague al ciudadano que gane litigios las costas judiciales asumidas por éste, así como los daños morales causados por el primero.
Para vivir en una sociedad justa es necesario evitar la impunidad desreparadora, la cual es el caldo de cultivo perfecto para que se perpetúen los abusos. De hecho, los expertos en criminología afirman que la mejor manera de mantener la ley y el orden en una sociedad es intentar ser lo más justo posible.
Pero, desgraciadamente todo lo anterior es un ideal de justicia que no se corresponde con lo real, al menos en muchos países.
Si quieres hacerlo realidad y conseguir un mundo más justo, te animo a que:
1. Firmes esta campaña para pedir que se reparen plenamente todos los daños y perjuicios causados a inocentes… ¡FIRMA YA!…
2. Firmes esta campaña para pedir que se sustituya la pena de prisión, en la medida de lo posible, por la reparación de daños y la reeducación… ¡FIRMA YA!…
¡REPAREMOS LOS DAÑOS!: Evitemos la prisión en lo posible y garanticemos condiciones dignas
3. Compartas dichas campañas de firmas y este mensaje con el máximo de personas.
4. Eduques a tus hijos y nietos en la ética de desagraviar los daños causados. Leer más…