¡NO DAÑEMOS!: REFORMEMOS LA PARTE DAÑINA DE LAS RELIGIONES
En ¡NO DAÑEMOS!: Veamos la parte dañina de las religiones vimos los sufrimientos, a veces muy grandes, que han causado y causan ciertas religiones a cientos o incluso miles de millones de inocentes. Afortunadamente, a lo largo de la historia se han ido haciendo importantes reformas religiosas, como reforma luterana, que terminó con abusos inaceptables, como indulgencias, bulas, nepotismos y otras corruptelas, o el Concilio Vaticano II.
Un buen ejemplo de cristianismo reformado, benigno y respetuoso es el cuaquerismo, que ha dejado un fuerte margen para la libertad individual, de pensamiento y de interpretación de los textos doctrinales. Y se destacó por su pacifismo, por comprar las tierras a los nativos americanos en Pennsylvania y Delaware en el siglo XVII en vez de robarlas, como hacían la mayor parte de cristianos. También por defender los derechos de aquéllos en vez de exterminarlos, por luchar por la abolición de la esclavitud y por los derechos de las mujeres.
De hecho, en el siglo XVIII Filadelfia era la ciudad más liberal, tolerante y avanzada de los EUA. Probablemente por eso fue allí donde tuvo lugar la Convención Constitucional y la Declaración Independencia de ese país.
Otro ejemplo es el calvinismo progresista, que está en la base de las culturas liberales y modernas de ciudades como Ámsterdam, Boston, Nueva York o San Francisco y que junto al cuaquerismo constituyó el núcleo del movimiento abolicionista y feminista en Estados Unidos y Gran Bretaña en el siglo XIX.
Todos esos avances son muy esperanzadores y nos dan el optimismo de tener motivos para pensar que es posible seguir dando pasos adelante. Para ello, es necesario coger el bisturí y quitar todos los tumores que permanecen, de manera que no quede nada tóxico, nada que impulse a hacer daño a inocentes.
Ello no es fácil, porque, aunque en todas las religiones hay bastantes creyentes que quieren hacer lo anterior, sobre todo en los países más civilizados (o menos incivilizados, según como se vea), también hay numerosos líderes religiosos y fieles, especialmente en países de cuarto, tercer y segundo mundo que se oponen a ello, y se empeñan en que se sigan cometiendo fechorías contra inocentes.
SEAMOS OBJETIVOS
El primer paso para darse cuenta de la conveniencia de reformar una religión es abrir los ojos. Es decir, reconocer los preceptos de cada religión que inducen a realizar actos bondadosos, compasivos y solidarios, pero también los que llevan a cometer crueldades, injusticias y villanías.
Seamos imparciales, viendo las luces de cada religión, con todo el bien que aporta, pero también las sombras, con los sufrimientos que genera en inocentes.
Ello implica no idealizar ninguna confesión, quedando cegado por algún aspecto positivo, como la ayuda y las obras de caridad, de tal manera que esa ceguera nos impida ver las fechorías que se cometen en nombre de ese credo.
Juzguemos con justicia, no negándonos a ver la cara bastante monstruosa y malvada de las versiones conservadoras y sobre todo fundamentalistas de ciertas religiones, muy diferente de la de las versiones liberales, tolerantes y benignas, con unas facciones mucho más suaves, dulces y bellas.
Algunos dicen que la religión verla en conjunto, en global. Pero entonces, ¿deberíamos hacer los mismo con el nazismo? ¿Deberíamos centrarnos en su parte positiva, como el gran crecimiento económico y del empleo de los años 30, sus programas sociales o la construcción de la gran red de autopistas gratuitas y pasar por alto el Holocausto y la destrucción de Europa?
¡NO! Los aspectos buenos nunca limpian ni compensan los atropellos cometidos, de la misma manera que un juicio de nada servirá decir al juez que vea a un violador, torturador y asesino en serie en su conjunto, fijándose sobre todo en que es muy buen hijo y padre y en que sus vecinos dicen que es muy majo.
SEAMOS CONSTRUCTIVOS
Tengo una misión para creyentes bienintencionados: influir en otros creyentes y sobre todo en el clero para hacer una buena reforma de las religiones. Ésta consiste en eliminar todo lo que tenga de dañino para inocentes. Todo lo demás puede dejarse.
Cojamos en colador y pasemos por el mismo las cosas muy buenas, buenas, neutras, mala y muy malas que tiene cada religión, de manera que quitemos lo malo y muy malo y lo tiremos a la basura, que es el lugar donde siempre debió estar, como pegar a las mujeres que no obedecen a sus maridos o dañar a homosexuales. Y que el resultado final sea una religión 100% benigna y respetuosa.
Para las 3 grandes religiones del mundo las reformas que son necesarias son las siguientes:
Para ello es preciso entender cada precepto religioso dentro del contexto histórico en que se creó. Leer más sobre este tema…
En cuanto al BUDISMO, no es una religión sino una filosofía, muy benigna y orientada a no hacer daño a los demás. Por tanto, requiere poca reforma, aunque, como casi todo, es mejorable a nivel práctico.
Uno de los cambios que precisa es que lo justo es que los monjes se mantengan con su propio esfuerzo y no con el ajeno, incluso si sus fieles de forma voluntaria quieran dar donativos para el sostenimiento de los monjes. Ello es especialmente así en países pobres en que a los donantes bastante les cuesta mantenerse a ellos mismos y sus familias como para tener que financiar también los monasterios. Lo equitativo es que todo el que pueda genere riqueza de manera honrada en vez de vivir a costa de los demás.
Bastantes personas tienen por naturaleza una necesidad de religión o espiritualidad y es bueno que cubran esa necesidad, ya que para ser feliz es saludable funcionar conforme a la propia naturaleza, pero siempre sin hacer daño a nadie, eligiendo modalidades inocuas y bondadosas y huyendo de las tóxicas y dañinas.