Una forma de dañar es el robo, ya que a nadie le gusta que le quiten lo suyo. El perjuicio puede llegar a ser muy grande, arruinando vidas y causando depresiones, ansiedad, angustia, etc. Por todo ello, el derecho a la propiedad es un derecho humano, recogido en el art. 17 de la Declaración Universal de Derechos Humanos:
“Artículo 17. Toda persona física o jurídica tiene derecho al respeto de sus bienes.”
La cuestión es que forma parte del ADN humano la codicia de lo ajeno. Y dentro de ello está la envidia, que es parte de la naturaleza de bastantes homos sapiens. La misma lleva a sentir tirria o incluso odio hacia quien posee algo que deseamos y no tenemos, así como a querer arrebatárselo y, en ocasiones, a hacer daño al dueño del objeto o cualidad deseados.
Ya en la tierna infancia, los niños roban juguetes a otros niños, dado que está en nuestra genética.
¿POR QUÉ TODOS O CASI TODOS TENEMOS EL «GEN LADRÓN»?
Si ello es así es porque desde el Neolítico los ladrones/conquistadores/saqueadores han dejado muchísimo su ADN a las generaciones siguientes, siglo tras siglo y milenio tras milenio, a través de la práctica extendida de la violación:
Aldeas neolíticas
En el período de las aldeas neolíticas, que duró varios miles de años, al crecer su población y necesitar más terrenos cultivables atacaban a otras aldeas vecinas para robárselos, así como sus riquezas y mujeres. Y no precisamente para repartirlo de una manera justa, sino para quedarse con todo “porque puedo y porque quiero; porque soy más fuerte que tú”. Y lo mismo hacían las tribus de pastores, que se robaban entre ellas el ganado, pozos de agua y las mujeres. Todo eso ha sido la norma y no la excepción. Los que eran al mismo tiempo más canallas y más fuertes eran los que violaban más y, por tanto, los que dejaban más descendencia.
Desde los cacicazgos hasta la Segunda Guerra Mundial
Cuando las aldeas neolíticas evolucionaron hacia cacicazgos simples (aldeas más grandes dirigidas por un cacique), cacicazgos complejos (un cacique domina varias aldeas), reinos e imperios, la apropiación de los ajeno se disparó a niveles todavía más grandes.
Por eso desde la antigüedad hay leyes para prohibir el robo, salvo para los poderosos que creaban dichas normas, que se dieron a sí mismos durante milenios el derecho de conquista. Es decir, se autoconcedían el derecho de propiedad sobre las tierras y riquezas que arrebatan a otros través de las armas.
Dicho derecho incluía expoliar, saquear y llevarse lo que quisiesen como botín de guerra, incluyendo a las personas conquistadas, sometidas a menudo a esclavitud, servitud o a trabajos forzosos. En resumen: «might is right», el poder es derecho, o, lo que es lo mismo, la ley del más fuerte. Es más, dicho derecho de conquista ha sido reconocido como un principio del derecho internacional hasta después de la Segunda Guerra Mundial.
Es por ello que el expolio ha sido generalizado a lo largo de la historia. De hecho, hasta la Revolución Industrial la principal manera de enriquecerse era el robo de tierras y riqueza mediante conquista.
Como los conquistadores/ladrones/saqueadores han dejado muchísimo su ADN a lo largo de los milenios que duró este período a través de la práctica extendida de la violación a mujeres en las numerosas guerras y de abuso sexual a sus esclavas y siervas de gleba en sus latifundios, la consecuencia de ello es que nosotros somos más herederos de los genes de éstos que de las personas buenas y honestas.
EL ROBO TRAS LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Tras la Segunda Guerra Mundial, ha habido un importante progreso civilizatorio, pero a pesar de ello el robo sigue estando extendido, con la diferencia de que suele tener lugar de una manera más velada y camuflada. Como está socialmente mal visto, no se acostumbra hacer directamente (por ejemplo quitando a alguien su cartera), sino a menudo con «picarescas» más o menos socialmente admitidas y con narrativas edulcoradoras que las justifiquen.
Es lógico que siga existiendo mucha apropiación de lo ajeno, ya que la naturaleza ladrona y corrupta sigue esculpida en lo más profundo de nosotros, en grados muy diferentes, salvo que nuestros padres, educadores o nosotros lo hayamos borrado con el cincel. Es lo que ha sucedido en gran medida en los países más civilizados en este sentido, que son básicamente los nórdicos y Japón. En ellos puedes dejar una cartera o un móvil en la calle y lo encuentras al día siguiente. O tener un punto de venta sin dependientes en que los clientes cogen el producto y pagan dejando dinero en un bote, sin que nadie controle que realmente lo hagan ni que nadie se lleve dicho bote.
En el resto de países suelen estar extendidos, con niveles muy diferentes (desde los más honestos, como Suiza y Países Bajos, hasta los menos, cuyos nombres no mencionaré), tanto los robos legalmente prohibidos como los institucionalizados:
Robos ilegales
Algunos son muy evidentes, como puede ser un atraco a un banco o el dependiente que roba dinero de la caja, pero son mucho más frecuentes otros más sutiles y en los que hay una cierta normalización, como el hurto de empleados y funcionarios del tiempo por el que les pagan para dedicarlo a temas no de trabajo, la señora de la limpieza que se lleva sábanas, incumplimiento de contratos y pactos y de bastantes otros tipos … leer…
Robos institucionalizados
Son muy numerosos y de muy diversos tipos, de los que destacaremos 10: corrupción, corruptelas, malgasto público, complicidad de las autoridades con el robo, sistemas clientelares, complicidad estatal con el fraude en los subsidios, robo a las futuras generaciones, a los animales no humanos, expolio inter-territorial e igualación de cigarras y hormigas… leer…
Como el córtex prefrontal dorsolateral, que es la parte del cerebro donde está el sentido de la justicia, sabe que robar está mal, para cada tipo de robo suele haber algún tipo de narrativa justificadora y blanqueadora, como la de la solidaridad. Pero la misma se va desconchando a la que rascas un poco… leer más en…
¿ESTAMOS DETERMINADOS POR NUESTRA GENÉTICA LADRONA?
NO. Sólo estamos condicionados por ella.
La misma puede ser contrarrestada por la educación recibida, otras influencias externas y el sentido congénito de la justicia antes mencionado. Asimismo, es crucial la desnormalización de todo tipo de robos, ya que la aceptación social de los mismos en diferentes grados es el caldo de cultivo perfecto para que sigan produciéndose. La razón es que muchas personas tienden a dar por válidos los abusos que no sean rechazados legal y socialmente… leer más en…
La transformación hacia la ética de la honestidad es posible tanto a nivel individual como de países. Si lugares como Suecia, Dinamarca, Finlandia, Noruega, Holanda o Suiza cambiaron el chip, es probable que cualquier otra sociedad pueda conseguirlo también si hay suficiente gente que hace algo para ello.
No es casualidad que todos esos países estén entre los más ricos y funcionales, ya que los robos hacen un gran daño a la economía. Tampoco lo es que estén arriba de todo de los rankings de felicidad, desarrollo humano y bastantes otros. También ocupan los primeros puestos en cuanto a confianza entre personas y hacia las autoridades, y ello influye significativamente en las relaciones y el bienestar.
Por todo ello te animo a que hagas algo para que prevalezca la cultura de la honradez.
¿QUÉ PUEDES HACER TÚ?
1. Respetar lo ajeno, evitando todo tipo de robos, directos o indirectos, legales o ilegales, más o menos aceptados socialmente o no.
2. Hacer pedagogía, desaprobar y oponerte a cualquier tipo de pillaje y pillería, presionar.
3. Animar a los demás a que hagan lo mismo con otros. Para que haya un cambio cultural en una sociedad tiene que haber suficiente gente que empuje el mismo.
4. Educar a los niños y adolescentes en la ética de la rectitud. Ha de ser una concienciación INTENSA para que pueda contrarrestar las inclinaciones apropiadoras de los ajeno naturales del ser humano… leer más en…
¿Quieres estar entre los que se quedan de brazos cruzados para que tu sociedad siga siendo igual de mediocre o entre los que hacen algo para que las cosas mejoren?
¡Seamos inconformistas y orientados a la excelencia! Y para ello compartamos mensajes como éste u otros que lleven a una cultura más decente y evolucionada.