¡EVITEMOS DAÑOS!: DERROQUEMOS A LA NEOARISTOCRACIA PARASITARIA
Cientos de millones de neosiervos, sobre todo en los países occidentales, somos obligados a trabajar gratuitamente una parte de nuestro tiempo para mantener a cambio de nada a un nuevo estamento privilegiado de aprovechados que pueden, pero no quieren trabajar. Leer más…
Ese régimen de neoservitud no sólo es absolutamente injusto para los esclavos a tiempo parcial, sino que es muy dañino para la economía: para su PIB, renta per cápita, servicios públicos, importe de las pensiones para los que han trabajado toda su vida…leer más en Economía Orientada a la Felicidad…
Además, erosiona la confianza entre personas y hacia las autoridades, Y como consecuencia de todo lo anterior, reduce el nivel de bienestar y felicidad de los países. Por si ello fuese poco, crea un círculo vicioso del que cada vez es más difícil de salir. Porque, por un lado, conforme pasa el tiempo más y más personas se pasan del sector productivo al parasitario y votan a partidos que les den las mejores prebendas, creándose un sistema clientelar que se va extendiendo y que puede llegar a convertirse en un auténtico gigante difícil de hacerlo caer… leer más sobre regímenes clientelares…
Por otro, este sistema de explotación hacia las hormiguitas trabajadoras cada vez atrae más inmigrantes con poca cultura del trabajo que vienen a vivir de las ayudas y que votarán también a dichos partidos clientelares. Además, parte de ellos no se integran porque no tienen la oportunidad de relacionarse laboralmente con compañeros de trabajo de otros orígenes. Todo ello conduce a una degradación social en la que florecen la delincuencia y fenómenos como guetos, sociedades paralelas y zonas de no-go controladas por la Sharía en la que elislamismototalitario se extiende como un cáncer… leer más…
El Estado del Bienestar mejora el bienestar, valga la redundancia, de un país, y por tanto es una herramienta muy útil. Ahora bien, en justicia las ayudas deben ser para quien no pueda valerse por sí mismo, es decir, para el que no está en condiciones de trabajar y generar riqueza, ya sea de manera temporal o permanente. Una cosa es el Estado del Bienestar para quien realmente lo necesita y otra cosa es un sistema de explotación en que los gorrones abusan de sus siervos.
La esclavitud y la servitud fueron 2 instituciones que existieron durante miles de años, hasta que básicamente en los siglos XVIII y XIX hubo suficientes personas que se rebelaron y afortunadamente consiguieron abolirlas.
Ahora que quieren volver a introducir esas instituciones es el momento de volver a alzarnos y eliminarlas una vez más. En Estados Unidos lo consiguieron. El presidente Lyndon Johnson introdujo programas sociales muy bien intencionados para erradicar la pobreza. Pretendían ser unas ayudas temporales para que los que las necesitaban pudiesen salir de aquélla. Y en algunos casos así fue, pero, en otros, gente parasitaria se aprovechó de ellas para vivir sin trabajar durante el resto de su vida.
Por ejemplo, había familias monoparentales en que la mujer necesitaba esas ayudas cuando sus hijos eran pequeños y tenía que cuidar de ellos. Pero cuando éstos crecieron y su madre ya estaba en condiciones de regresar a su vida laboral prefería no hacerlo y seguir viviendo de las ayudas.
Hubo un revuelo en el país. Fue denunciado por políticos y medios de comunicación, que no tuvieron pelos en la lengua para dar detalles sobre este fenómeno en incluso describir los perfiles típicos, como mujeres afroamericanas con hijos.
Se dio una fuerte reacción tanto social como política contra este abuso y tanto el partido Republicano como el Demócrata se opusieron a él, apelando a la ética del trabajo. De hecho, fue abolido por el demócrata Bill Clinton.
Tomemos también ejemplo de Italia, que ha terminado con las «paguitas» a aprovechados, o de Suecia y Dinamarca, que han reducido drásticamente las ayudas a inmigrantes parasitarios, y todos ellos han tomado medidas contundentes para evitar ese tipo de inmigración. Los países nórdicos tienen un sistema muy generoso de Welfare, pero el mismo está orientado a insertar laboralmente lo más rápidamente posible a todos los que puedan trabajar, estando muy mal visto no hacerlo por parte de los autóctonos.
Si no terminamos con este abuso, no sólo tendremos un creciente problema con las finanzas públicas y cada vez más impuestos y sobreendeudamiento para poder mantener al cada vez mayor estamento de abusadores, sino también una mayor sensación de injusticia y resentimiento entre quienes trabajan arduamente. ¿Es justo que aquellos que se esfuerzan diariamente para ganarse la vida deban cargar con el peso de mantener a quienes eligen una vida ociosa a costa de los demás?
Restauremos en nuestras sociedades los valores de la decencia y la honradez: contribuir sí, parasitar no; aportar sí, vivir de gorra no; trabajar si, aprovecharse de los demás no.; generar sí, robar no.
Generar riqueza cuesta esfuerzo, a veces mucho, conllevando cansancio (o agotamiento), estrés, renuncia a tiempo para hacer lo que más nos gusta y estar con nuestros seres queridos, etc. Por tanto, es un abuso robar recursos limitados a los que los han producido de forma honrada para mantener a esa nueva aristocracia privilegiada que no quiere trabajar.
Espartaco se rebeló hace más de 2.000 años contra la esclavitud. Los haitianos y jamaicanos hicieron los mismo hace más de 200 años. Los revolucionarios franceses se alzaron contra la servitud. Y yo me rebelo contra la neoesclavitud a tiempo parcial. E invito a todos los neo-siervos del mundo a que también se subleven.
¡LEVANTÉMONOS YA CONTRA LOS SISTEMAS PARASITARIOS DE EXPLOTACIÓN!
¿Cómo?:
1. Firmando esta campaña para pedir a los gobiernos que abolan el trabajo gratuito para mantener a aprovechados. Firmar…
2. No votando a los partidos que nos roban lo que tanto esfuerzo nos cuesta de ganar para mantener a esa neoaristocracia privilegiada.
3. Compartiendo para que otros también firmen y voten.
4. Convenciendo a los gorrones que conozcas de que trabajen y aporten.
5. Mediante la rebelión fiscal, es decir, pagando la cantidad justa de impuestos, pero no un exceso que el Estado malgastará para mantener a esos abusadores.