La justicia es lo contrario del abuso, ya que significa no hacer daño a otros seres sensibles, salvo en caso de legítima defensa propia o de los demás, siempre contra el agresor, nunca contra un inocente. Y también la reparación de los daños y perjuicios causados. Es una piedra angular para conseguir un mundo funcional y feliz en que vivir.
Incluye, entre otras cosas, lo siguiente:
Honestidad, rectitud, equitatividad, jugar limpio, no aprovecharse de los demás y buscar relaciones win-win basadas en el equilibrio y el mutuo beneficio. Leer más…
No apropiarse de lo ajeno ni directa ni indirectamente. Leer más…
No difamar ni mentir perjudicando a los demás. Leer más…
Vivir y dejar vivir, dejando en paz a los demás. Leer más…
La justicia ahorra muchos sufrimientos y es la base para un mundo en que unos no causen daños injustificados a otros. Pero ese ideal que nos lleva a un mundo con mayor bienestar es diferente de lo real, ya que no es tan fácil de poner en la práctica. La razón es que todos o casi todos tenemos un angelito interior que nos anima a seguir el camino de la integridad, pero también un diablillo que nos intenta apartar del mismo.
Por un lado, tenemos (salvo tal vez los muy psicópatas) la voz interior del sentido de la justicia, que según estudios científicos se encuentra en el córtex prefrontal dorsolateral y la amígdala de nuestro cerebro. Esas investigaciones apuntan a que es algo congénito y que se manifiesta incluso en bebés de tan sólo varios meses, así como en otras especies. Leer más en…
Pero lo malo es que con cierta frecuencia habla flojito y es silenciada los ruidos estrepitosos del Pentágono del Mal:
1. Nuestro egoísmo negativo, de modo que cuando lo justo entra en conflicto con nuestros intereses tienden a prevalecer éstos últimos. Leer más…
2. El adoctrinamiento dañino que hemos recibido, sobre todo en la infancia y adolescencia, contrario a nuestro sentido congénito de la ética. Aunque, a diferencia de éste, la mala educación no forma parte de nuestra esencia, se pega a la misma como una lapa y puede costar entre bastante y mucho de arrancarla.
Para ello es preciso pensar por nosotros mismos, contactando con nuestro sentido interior de la justicia. Imagínate que acabas de nacer y todavía no han contaminado tu cerebro con toda esa porquería… leer más…
3. El dogmatismo venenoso, muy relacionado con la mancha anterior. Leer más…
4. Nuestra tendencia innata a seguir al rebaño incondicionalmente, incluso para dañar. Leer mas…
5. Nuestro instinto conservador, por el que tendemos a perpetuar el orden establecido que hemos mamado, sobre todo en la infancia y adolescencia, por injusto que sea. Leer más…
Pero frente a esa mala noticia, una buena: tenemos un cierto libre albedrío y por tanto si queremos podemos quitarnos esas prendas feas y sucias, quedándonos sólo con las estilosas y limpias. Para mucha gente es difícil hacerlo por sí sola y necesita la influencia de otros que le digan qué ropa es la que le queda mejor. Por tanto, es muy conveniente que nos ayudemos los unos a los otros a ser justos. Leer más en…
Para terminar, este artículo lo dedico, con agradecimiento, a los que han luchado y luchan por la justicia. Sobre todo a los mártires que por ello han sido perseguidos, encarcelados, torturados, desterrados, asesinados, etc. Se merecen este pequeño homenaje y otros mucho más grandes.