¡NO DAÑEMOS!: VEAMOS LA PARTE DAÑINA DE LAS RELIGIONES
Hay religiones que son armas de doble filo, teniendo UNA PARTE MUY BENIGNA (como el amor al prójimo, la caridad, el zakat, no hacer a los demás lo que no quieres que te hagan a ti y hacer con los demás lo que quieren que te hagan a ti), pero al mismo tiempo una CARA OSCURA causante de grandes sufrimientos a un gran número de víctimas inocentes.
En las versiones tradicionalistas de esas religiones (contrariamente a sus versiones tolerantes y benignas), el que se sale de sus dogmas es dañado, incluso aunque no pertenezca a esa religión, a veces con gran crueldad. Por ello a lo largo de la historia se han cometido en nombre de la fe barbaridades como torturar de formas muy crueles, como la Doncella de hierro, serrar por la mitad, quemar vivo o tirar perros agresivos para que lo destrocen.
Y el número de víctimas de diferentes tipos ha sido de cientos o incluso miles de millones. Sólo el genocidio de los hindús por parte de los musulmanes puede haber sido de cientos de millones de asesinados.
Pero no hace falta remontarse al pasado, ya que hoy en día en los países en los que la mayoría son musulmanes o cristianos conservadores suele haber penas de cárcel (o incluso de muerte) para los que se salen de su doctrina religiosa, como los que realizan actos homosexuales, apóstatas, blasfemos, los que abortan fetos que todavía no sienten, etc. O en los ambientes hindús conservadores continúa el injusto sistema de castas, especialmente dañino con los intocables.
Cuando la religión predica hacer daño a los demás es mezclar fuego con gasolina, pues si ya de por sí el ser humano tiene un lado abusivo, debido a nuestra naturaleza hiperdepredadora, cuando encima la religión lo acentúa el resultado puede ser fatal.
Porque el homo sapiens tiene también una vertiente muy crédula y supersticiosa, la del pensamiento mágico, por lo que es muy proclive a seguir a religiones y líderes espirituales vayan adonde vayan éstos. Incluso si es para tirarse a un pozo, como en las Cruzadas, o para tirar a los demás, como los antiguos cartagineses, que hacían sacrificios humanos con niños. Hay bastante gente que rápidamente se apunta a cualquier bombardeo de maldad como para encima promoverla.
Algunos dicen que todas las religiones son respetables. Y si bien es cierto que conviene que la norma general sea la cultura del respeto, ello tiene un límite: el abuso. Ningún atropello es respetable y cuando una forma de pensar hace apología de la maldad, como el nazismo, pierde su honorabilidad.
Porque secuestrar a alguien inocente (por mucho que éste contravenga una doctrina religiosa) para encerrarlo en una prisión durante años es un crimen, igual que agredirlo o hacerle daño de otras maneras. Por tanto, el tradicionalismo religioso que está promoviendo (con éxito en bastantes países) la criminalización de la homosexualidad o de otras conductas por parte de INOCENTES que se salen de sus dogmas es criminal. Llamemos a las cosas por su nombre en vez de tener una cierta complicidad con movimientos delictivos.
Seamos directos al explicar los hechos objetivos, aunque eso no guste a los criminales, ya lo sean en grado de autoría o complicidad. Porque, aunque a los victimizadores nunca les gusta que salgan a la luz o se cuestionen sus fechorías, la exposición clara y difusión de las mismas es fundamental para que haya justicia.
Seamos más claros todavía: en bastantes países esas mayorías de ciudadanos musulmanes y cristianos conservadores que apoyan leyes que castigan a inocentes con penas de cárcel (donde además con cierta frecuencia les dan palizas y malos tratos) son unos criminales, del mismo modo que lo eran muchos abuelos de occidentales.
Sigamos hablando sin pelos en la lengua: en la Antigüedad en Europa, Norte de África y Oriente Medio había bastante tolerancia hacia la homosexualidad, librepensamiento, filosofías, religiones y cambio de religión. La cultura griega y helenística (propia del imperio que conquistó Alejandro Magno) era esclavista, pero abierta y tolerante. Luego se impuso la cultura romana, que era enormemente injusta en varios aspectos (esclavista, conquistadora y represiva con quienes se resistían a su dominio), pero bastante tolerante en cuanto a sexualidad, religión y libertad de pensamiento y expresión.
Y si todo eso cambió fue porque, en primer lugar, llegaron los cristianos tradicionalistas empeñados en aplicar la Biblia con rigor. Bastantes de ellos no eran ningunos angelitos, ya que, aunque benignos en algunos aspectos y caritativos, crearon una dictadura social que ha durado durante milenios a base de castigos, malos tratos, torturas y asesinatos. Y posteriormente llegaron los musulmanes conservadores, primos hermanos de los primeros, aunque algunos piensen que son muy diferentes, imponiendo también su sharía y una dictadura represiva con quien se sale de los dogmas del Corán y los Hadices. Y lo mismo ha sucedido en bastantes otros lugares del globo.
Otro lado oscuro de diversas religiones, como las abrahámicas o el hinduismo, es la denigración de las mujeres y la concesión de privilegios a los hombres a costa de los derechos de aquellas.
Y también forma parte de la cara gris de bastantes religiones su uso excesivamente gregario, como identidad de grupo, a veces exacerbada, similar al racismo/etnicismo/ultranacionalismo. De hecho, uno de los etnicismos es el etno-religioso. Ello ha dado a guerras de religión, genocidios (como el judío, el armenio, el griego o el asirio), masacres y limpiezas etno-religiosas, como en los años 90 en los Balcanes. Y sigue siendo la causa de conflictos y atentados hoy en día.
Afortunadamente, la ilustración y sus hijos los movimientos liberales han conseguido abrir parcialmente la asfixiante jaula social que ha traído la intolerancia religiosa, pero todavía queda bastante camino por recorrer.
Y tenemos la gran suerte de que hay bastantes creyentes bondadosos que quieren terminar con las lacras anteriores, como el Papa Francisco y obispos, sacerdotes y católicos de base reformistas, sobre todo en lugares como Alemania y Bélgica. Y también presbiterianos, anglicanos y otros protestantes progresistas, musulmanes liberales o hindús modernizadores.