La okupación de un inmueble no consentida por el propietario es un tipo de robo que causa unos daños y perjuicios al mismo, tanto económicos como morales, a veces muy grandes.
Tanto es así que lleva a algunos propietarios a quedarse sin su propio hogar. Hay incluso casos de señoras mayores que salen a comprar y al regresar ya no pueden entrar en su casa. Es decir, se quedan literalmente en la calle y en cuestión de segundos sus vidas se ven truncadas como un río que cae de golpe en una cascada. A la madre de un conocido mío le sucedió eso en Barcelona y se tuvo que ir a vivir al piso de su hijo, en Andorra, donde murió tras varios años desde la okupación. Porque no pudo volver a pisar su vivienda desde que se la arrebataron.
Una posible consecuencia desastrosa para el propietario es la ruina económica, cuando éste tiene una hipoteca. La razón es que, si sus ingresos son justos, los números no cuadran y no puede pagar el préstamo, más los consumos y otros gastos del inmueble y el coste de una nueva vivienda donde residir. Para cuadrar los números algunos tienen que hacer varios trabajos, otros dormir en su coche, los más afortunados irse a vivir a casa de sus padres, etc. Todo ello no sólo causa un gran daño económico, sino también emocional, con cierta frecuencia con depresiones, ansiedad, estrés y otros problemas de salud mental.
Otro escenario muy frustrante es el de las personas mayores que invirtieron en un inmueble con los ahorros obtenidos con sacrificio a lo largo de su vida para poder disfrutar con una cierta holgura en su jubilación, pero al quedar okupado se quedan sin su fuente de ingresos. De pronto sus legítimos sueños y aspiraciones vitales se desmoronan como un edificio demolido con explosivos.
A menudo las okupaciones van acompañada de robos y destrozos. Y todo los anterior queda impune en algunos países, como España, donde hay un marco normativo que protege al usurpador y castiga al propietario honrado. Se trata de un auténtico atropello a inocentes auspiciado por ideologías de extrema izquierda que van corrompiendo la sociedad como la polilla que carcome poco a poco la madera.
Ello es así hasta el extremo de que, si las víctimas hacen lo mismo a sus victimizadores que lo que éstos llevaron a cabo contra ellas, reocupando su propio inmueble, ello es delito castigado con pena de cárcel. Y si el propietario dejar de pagar la electricidad y el agua también puede ir a la prisión.
Es el mundo al revés, un orden pantagruélico en que el Estado protege a los abusadores y oprime a los abusados, algo totalmente injusto e inadmisible. Si queremos terminar con estos atropellos lo que podemos hacer es:
1. Firmar esta campaña contra la okupación… ¡FIRMA YA!…
2. Votar a partidos comprometidos con la lucha contra la okupación.
3. Crear un sistema que permita la reparación de todos los daños y perjuicios causados, hasta el punto de que al damnificado le salga a cuenta haber sido atropellado… leer más…
4. Si conoces a algún okupa, convencerlo de que trabaje y se pague su alquiler.
6. Educar a los niños y a los adolescentes en la ética de la bondad, el respeto y la justicia.
7. Compartir este tipo de mensajes.
¡ENDERECEMOS LA SOCIEDAD! Hagamos algo contra la lacra de la okupación y todo tipo de abusos, para desarrollar una sociedad no enferma sino sana, aunque sea una contribución pequeñita.