¡NO DAÑEMOS!: DIGAMOS NO AL ANTISEMITISMO

En el 85º Aniversario de la «Noche de los Cristales Rotos», la larga noche del antisemitismo que llega hasta hoy

Evitemos tanto el antijudaísmo cristiano y musulmán como el antisemitismo nacionalista de extrema derecha y el ultraizquierdista, causantes de tantos sufrimientos a judíos inocentes.

 

ANTIJUDAÍSMO CRISTIANO Y MUSULMÁN

El antijudaísmo es un rechazo a los hebreos por tener una religión diferente, siendo por tanto una intolerancia de tipo religioso.

Las primeras manifestaciones de este tipo de prejuicios se encuentran en el mundo helenístico y romano. Eran a menudo vistos con recelo por su monoteísmo estricto y sus prácticas religiosas únicas. En Roma, a pesar de ciertos períodos de tolerancia, sufrieron persecuciones, especialmente durante el reinado del emperador Calígula.                                   

Durante la Edad Media, el antijudaísmo se intensificó significativamente, principalmente en la Europa cristiana, básicamente por ser una religión diferente que hacía la competencia al catolicismo. Fue por tanto una intransigencia similar a la que tuvo éste con los musulmanes (fueron expulsados), cátaros (masacrados), otro tipo de creyentes (torturados por la Inquisición y quemados en la hoguera) y protestantes (perseguidos y atacados en las guerras de religión que devastaron Centroeuropa).

Dos típicas justificaciones del rechazo, discriminación y masacres de los judíos han sido el Deicidio (habían matado a Jesucristo) y la traición de Judas. Eran unas excusas absurdas, como los diferentes relatos justificadores de la maldad, ya que los hebreos de la Edad Media no hicieron lo anterior, además de que Jesús también era judío.

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También los usaron como cabeza de turco, siendo a menudo culpados injustamente de sucesos trágicos como la peste negra, que diezmó a la población europea en el siglo XIV. Se les acusaba absurdamente de envenenar pozos y de rituales macabros, como el libelo de sangre, una creencia infundada de que los judíos usaban sangre cristiana en rituales religiosos. Y ello solía terminar en matanzas y expulsiones.

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El rechazo a lo diferente fue institucionalizado mediante leyes y decretos discriminadores que restringían las actividades de los judíos: se les prohibía poseer tierras, practicar ciertas profesiones y a menudo eran confinados a guetos. Las Cruzadas también resultaron en masacres de comunidades judías en toda Europa.

La era moderna no trajo alivio al sufrimiento de los judíos. En el siglo XV los Reyes Católicos de España expulsaron a cientos de miles de ellos. Y la Reforma Protestante tampoco mejoró la situación. Martín Lutero, aunque inicialmente favorable hacia los judíos, más tarde escribió vehementemente contra ellos en obras como «Sobre los judíos y sus mentiras». Estas obras avivaron el odio y la violencia contra los judíos en varias regiones de Europa.

En los países musulmanes la situación ha sido mejor, pero también injusta. El Corán permite a hebreos y cristianos (los pueblos del libro) mantener su religión a cambio de impuestos que no tienen que pagar los seguidores de Allah. Sobre esa base, el trato hacia esas comunidades ha oscilando entre una tolerancia discriminativa que consideraba a la comunidad judía inferior y sometida a leyes que les daban menos derechos y la opresión.

 

ANTISEMITISMO NACIONALISTA DE EXTREMA DERECHA

Las revoluciones liberales del siglo XIX trajeron protección e igualdad de derechos para la comunidad hebrea, que experimentó un gran florecimiento económico y en todos los aspectos. Pero los ideales ilustrados de libertad, igualdad, fraternidad, justicia y razón pronto se vieron eclipsados por otro fenómeno: el nacionalismo vinculado al Romanticismo.

Como los nacionalistas se obsesionaban con el grupo étnico, ello conllevó el rechazo a los judíos por considerarlos una etnia/raza muy diferente. Por tanto, el nuevo odio seguía siendo de tipo grupal, pero ya no de carácter religioso, sino nacionalista/racista. Aunque en algunos casos, podían mezclarse ambos, como en los progromos que tuvieron lugar en el Imperio Ruso.

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A lo anterior se añadió en la segunda mitad del siglo XIX el racismo pseudocientífico que consideraba la raza semítica inferior a la indoeuropea. Ese cóctel etnicista/racista sería el que llevaría al Holocausto nazi.

 

ANTISEMITISMO DE EXTREMA IZQUIERDA

Al igual que los fundamentalistas religiosos y los ultraderechistas, bastantes ultraizquierdistas tienen tendencia a ser grupalistas, con una fuerte necesidad gregaria de adhesión a una comunidad doctrinal y de seguir de pies juntitas las narrativas de su manada. También de buscar enemigos externos, internos o ambos al mismo tiempo, a quien odiar y en quien cebarse y descargar el veneno que llevan en su interior, aunque aquellos sean inocentes.

Los comunistas soviéticos y polacos, además de enemigos de clase como los burgueses, encontraron también un chivo expiatorio en los judíos.

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Tras el derribo del muro de Berlín y el fracaso de casi todos los regímenes comunistas, bastantes extremistas de izquierdas los han seguido usando como blanco de sus odios y envidias.

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En parte ello se debe a que representan las hormiguitas trabajadoras, acumuladoras y con iniciativa frente a las cigarras poco esforzadas, cuando no auténticas garrapatas aprovechadas, de extrema izquierda. Hay un componente de envidia de los perdedores hacia los israelís y judíos exitosos.

Si el conflicto entre Israel y Palestina suscita tantas pasiones, a diferencia de los del resto del mundo, a veces mucho más cruentos, es por el efecto identificación. Por un lado, los blancos occidentales de clase media y sobre todo media-alta y alta de tendencias políticas de centro y derecha tienden a ver a los israelís como una extensión de sí mismos. La razón es que son también descendientes de europeos y tienen los mismos valores generadores, proactivos, emprendedores e innovadores.

Y lo contrario sucede con las clases bajas de extrema izquierda, que se identifican con los a árabes porque suelen ser pobres y tienen una mentalidad y actitudes vitales similares a ellos. Y bastantes de ellos están corroídos por la misma envidia (a veces tal vez inconsciente) hacia el judío exitoso que hacia el burgués occidental.

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Gracias por hacerlo y compartir.

 Xavier Paya 

Iniciativa ¡NO DAÑES!

www.institutodelbienestar.com

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