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El antropocentrismo es arbitrario y oportunista y por tanto aplica también diferentes varas de medir para diversas especies según los que nos aporte cada una. Así, los padres, maestros, medios de comunicación y otras influencias envían a los niños el mensaje de que los perros y gatos son “amigos”, las vacas y gallinas son “comida” y las ratas y ratones son “plagas”. A la mayoría de los niños también se les enseña que los deseos, necesidades e intereses humanos siempre superan a los de cualquier otra especie.
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La educación basada en el antropocentrismo resulta profundamente dañina, ya que refuerza una predisposición natural hacia el abuso. Si a este componente innato le sumamos influencias culturales que normalizan estas actitudes, creamos el cóctel perfecto para la maldad.
Creencias sin solidez
Otro ejemplo de antropocentrismo es estar a favor de la explotación y maltrato animal con el típico argumento de que la carne es buena para la salud. Por un lado, ello no es así, ya que es cancerígena, hormonada y con antibióticos. Y el pescado contiene los minerales y sustancias tóxicas vertidas al mar, como arsénico. En ambos casos, los productos animales tienen cortisol y otras sustancias segregadas por sus cuerpos a causa de su estrés y sufrimiento. Y ello empeora la calidad de esos alimentos, según múltiples estudios, como los de la Universidad de Bristol o de Colorado.
Pero, lo más importante de todo: incluso aunque fuese saludable, no sólo cuenta lo que es bueno para nosotros y nuestros seres queridos, sino también para los demás. Porque no somos el centro del universo, y mucho menos su totalidad. Compartimos este planeta con billones (con B) de otros seres sintientes. Es fundamental aprender a considerar a todos los que nos rodean, no solo a aquellos que forman parte de nuestro círculo cercano.
A lo largo de su vida, cada persona causa el sufrimiento de más de 20.000 animales no humanos. Estos seres sintientes también buscan su bienestar y tienen el mismo derecho a vivir libres de sufrimiento que cualquier otro ser vivo. No se trata solo de nuestra calidad de vida, sino también de la de aquellos que sufren las consecuencias de nuestras acciones, como tenerlos toda su vida en jaulas sometidos a unas vidas miserables.
¿Y si nos dejamos de mirar tanto al espejo?
Por tanto, ¿no sería mejor que dejásemos de mirarnos constantemente en nuestro espejito y giremos nuestra vista para que abarque todo lo que hay a nuestro alrededor?

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Los más antropocéntricos suelen rechazar los derechos de los animales, mientras defienden con firmeza la criminalización con penas de cárcel del aborto incluso en casos de fetos que aún no sienten, siendo por tanto todavía similares a las plantas. Esta postura refleja una falta de consideración hacia el sufrimiento de seres sintientes que no llevan la etiqueta de “humanos”, permitiendo su maltrato y muerte, incluso en actividades como las las corridas de toros o circos con animales domesticados a base de palizas, con una finalidad de mera diversión. Todo ello basado únicamente en la etiqueta taxonómica que portan.
POR UN MUNDO SIN DAÑO: Evitemos etiquetas que son carta blanca para dañar
Dinero y tradición
En el pasado, ciertos sectores de la sociedad se opusieron ferozmente a la abolición de la esclavitud humana, especialmente quienes dependían económicamente de ella, como los propietarios de plantaciones, y los sectores más tradicionalistas. Hoy, observamos una resistencia similar frente a la abolición de la esclavitud no humana, perpetuada por la industria cárnica y otros defensores del status quo. Los principales pilares de esta explotación antropocéntrica suelen ser los mismos: aquellos que se benefician económicamente o que están profundamente ligados al orden establecido, resistiéndose al cambio a pesar de su evidente injusticia.
Seamos conservadores con lo bueno y progresistas con lo DAÑINO
Pero, al final, el bien probablemente triunfará sobre el mal. Sin embargo, para que ello suceda, necesitamos tu ayuda, porque:
“Para que el mal triunfe, sólo se necesita que los hombres buenos no hagan nada.”
Edmund Burke
Aprendamos de los países más avanzados
Gracias a personas compasivas y comprometidas, vamos avanzando en la buena dirección, hacia la cima de la montaña, sobre todo en los lugares más avanzados, como Suiza, Reino Unido, Suecia, Dinamarca, Países Bajos, Austria o California.
Y ello sucede no sólo en el Primer Mundo, sino también en países en desarrollo como la India, donde además de leyes protectoras de los animales tienen una fuerte cultura vegana y de respeto hacia ellos. Todo lo anterior está vinculado a la concepción hindú, budista y jainista de la “ahimsa” (no violencia) y de no hacer daño a otros seres sensibles.
En África tenemos, por ejemplo, a Tanzania, que cuenta también legislación contra la crueldad con los animales y donde se sacrifican y consumen relativamente pocos de ellos. Además, tienen mucha ganadería extensiva en comparación con la intensiva.
Y en Latinoamérica conviene destacar a México, donde la Cámara de Diputados aprobó un Dictamen para modificar el Art. 73 de la Constitución con el fin de recoger la protección del bienestar animal. Y donde diferentes estados han ido aprobando normas protectoras bastante avanzadas.
¿Qué puede hacer una persona empática y ética para combatir antropocentrismo y avanzar con los derechos de los animales?:
- Conocer.
- Compartir.
- Educar a los niños y adolescentes.
- Elegir opciones vegetales.
- Votar a partidos políticos comprometidos con el bienestar animal.
- Firmar en campañas.
- Convencer.
- Donar dinero.
- Hacerte voluntario.
Leer más en… ¡EVITEMOS DAÑOS!: 10 acciones para evitar el maltrato animal
¡SEAMOS COMPASIVOS!
Cada acción cuenta. Construyamos juntos un mundo más justo y respetuoso para todos los seres que sienten.
EL ARTE DE VIVIR SIN DAÑAR: Seamos buenas personas
Gracias por compartir este mensaje y ser parte del cambio,