Un sistema de selección es por puntos, orientado a la integración laboral y cultural, como en Australia, Canadá y especialmente Nueva Zelanda, donde se prioriza la atracción del talento y la inversión. Cuanto más elevado es el nivel de estudios de un inmigrante, menos probabilidades hay de que se trate alguien que vive y quiere seguir viviendo en el siglo XVII en vez del XXI.
Por ejemplo, es poco probable que un científico, un artista o un graduado que viene a hacer un Máster sea un analfabruto que quiere matar, encarcelar, maltratar o privar de derechos a homosexuales, apóstatas o mujeres libres. O que alguien que huye de su país porque está amenazado por ser ateo, librepensador o activista a favor de los derechos humanos sea un yihadista que viene cometer actos terroristas contra infieles. Y cuanto mayor importe de dinero puede acreditar para ser aceptado en un país menos probabilidades hay de que venga a aprovecharse de las ayudas sociales.
Los lógico es que el rigor en el filtrado sea mucho menor para individuos procedentes de países altamente funcionales y seguros, como Japón o Suiza, que cuando se trata de estados fallidos y muy violentos, como Afganistán, Haití o algunos africanos y centroamericanos. Entre los subsaharianos, no es lo mismo Botswana, con mayor renta per cápita y seguridad ciudadana que algunos estados europeos, que otros de cuyo nombre no quiero acordarme.
La inteligencia artificial puede ser de gran ayuda para hacer una buena selección. Porque procesando con sus algoritmos parámetros como los anteriores y otros relevantes puede hacer hacer un cribado objetivo, eficiente y justo.
Se puede distinguir dos tipos de inmigración tóxica, aunque a veces coinciden:
- La que viene a causar daños sociales… leer…
- La que provoca daños económicos… leer…
Evitemos ambas, porque toda sociedad tiene el derecho de autoprotección. Puede recurrir a su legítima defensa usando un escudo antimisiles que prevenga y neutralice daños innecesarios para la misma. Y los gobernantes tienen el deber moral de amparar a sus ciudadanos.
Por ello, conviene que los inmigrantes a los que abramos nuestras fronteras vengan mínimamente civilizados e integrados, tanto a nivel económico como en los valores del respeto a los demás. Porque de los que no vienen así, algunos se acabarán integrando pero otros no, y este segundo grupo acabará siendo un problema para los demás, a veces incluso grave.
Leer ¡NO DAÑEMOS!: Respetemos a los demás
En Occidente nos hemos vuelto algo civilizados tras muchos siglos de barbarie y hemos alcanzado, con mucho esfuerzo, considerables avances en el plano social, político, económico, tecnológico, educacional, etc. Para que no haya retrocesos, es necesario que los que vengan sean occidentales, occidentalizados o como mínimo compatibles con los valores occidentales.
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