¡NO DAÑEMOS!: Evitemos que la ultraizquierda haga daño a las prostitutas y sus clientes
Las prostitutas y sus clientes merecen que los dejen en paz y se les respete, siempre y cuando no hagan daño a nadie y cada cual cumpla su parte del acuerdo libremente pactado entre ambos. Ello es el ideal, pero otra cosa bien diferente es lo real, a causa principalmente de la moral tradicional puritana y de la extrema izquierda.
La moral de herencia marxista constituye hoy en día la principal de las fuente de rechazo a la comercialización del sexo. Karl Marx dijo en sus escritos (la nueva Biblia para bastantes a partir del siglo XIX) que la prostitución debía ser prohibida. Por ello una de las primeras cosas que solían hacer los países comunistas era proscribirla, pasando a estar las profesionales del sexo fuera de la ley, como los ladrones.
Tras la caída de casi todos los regímenes comunistas, parte de la ultraizquierda heredera del marxismo sigue aspirando a ilegalizar a las prostitutas, en los países avanzados detrás de un disfraz de feminismo, ya que se trata de unas vestimentas modernas y atractivas para buena parte de dichas sociedades.
Pero no nos dejemos engañar por las apariencias, ya que l@s feministas auténtic@s están a favor de la libertad de las trabajadoras del sexo de que hagan con su cuerpo y con su vida lo que estimen pertinente, sin hacer daño a nadie. Porque el feminismo es libertad e igualdad de derechos entre géneros.
Las que quieren prohibir la prostitución son en realidad unas matriarcas autoritarias que disfrutan diciendo a otras mujeres lo que pueden hacer y lo que no, similares a aquellas suegras mandonas que cuando su nuera se incorporaba a su hogar le decía lo que tenía que hacer y lo que no debía, supuestamente porque ella sabía lo que era mejor para todos. Pero, ¿no sería mejor que dejasen de estar tan pendientes de lo que hacen las demás con su vagina y se limitasen a mirar la suya propia si quieren?
De hecho, en las manifestaciones del 8-M, Día de la Mujer, las pocas profesionales del sexo que se atreven a participar en las mismas suelen ser insultadas y excluidas por pseudofeministas de extrema izquierda, que las intentan echar de ese evento. Porque las primeras son unas herejes que no siguen los estrictos dogmas de las segundas y por tanto merecen ser excomulgadas.
Lo que sucede es que el Día de la Mujer, como su nombre bien indica, es una jornada en honor a TODAS las mujeres en general. Por tanto, ¿qué derecho tiene un puñado de arpías a intentar expulsar a unas pobres prostitutas? ¿Qué tal si las dejan el paz y se meten en su vida? Porque a esas mujeres amargadas les sería mucho más provechoso arreglar su vida y su mente tan llena de veneno, intentar disfrutar y dejar vivir a los demás. Si alguien sobra en cualquier concentración a favor de los derechos son justamente los anti-derechos y nunca los que los reclaman.
Algunas y algunos de extrema izquierda y de izquierda extrema se justifican en que quieren “abolir”(1) la prostitución para evitar la esclavitud sexual y el tráfico de mujeres. Pero lo lógico es combatir estos dos crímenes y no la prostitución, que es un fenómeno diferente, del mismo modo que conviene combatir la esclavitud laboral y el tráfico de trabajadores forzosos y no el trabajo en sí. Del mismo modo que no es razonable matar moscas a cañonazos.
(1) “Abolir” es un término manipulatorio en este contexto, ya que lo usan porque tiene las connotaciones positivas de los momentos históricos en que se terminó con la esclavitud, cuando l@s antiprostitución con lo que quieren terminar es con lo contrario de la esclavitud, que es la libertad, en este caso la libertad de las mujeres a ejercer la profesión de prostitutas.
Otro argumento que utilizan es que la prostitución es mala porque convierte a las que la ejercen en objetos sexuales de los hombres. Cosas eran (y de hecho todavía lo son) considerados los esclavos (tanto masculinos como femeninos), que eran concebidos como simples propiedades con las que podían hacer casi todo lo que quisiesen, incluyendo violarlos. Mera mercancía son considerados los animales no humanos por muchos humanos, posesiones que podemos explotar en nuestro beneficio.
Pero una prostituta no suele ser considerada por sus clientes como un objeto, sino como una profesional libre, al igual que una fisioterapeuta o una acupunturista. Por ello le pagan los honorarios y tienen que aceptar las condiciones que imponga ésta. Y si hay machistas que consideran a las prostitutas (y a otros tipos de mujeres) objetos de los que pueden abusar lo lógico es actuar con esos victimizadores y no contra todos los clientes y las trabajadoras del sexo.
A diferencia de los puritanos, l@s pseudofeministas de herencia marxista quitan la libertad a las prostitutas, pero sobre todo en quien se ensañan es en sus clientes, a los que llaman despectivamente “puteros” o “prostituidores” en vez de simplemente “clientes” e intentan criminalizarlos. Y, de nuevo, no nos dejemos manipular: los clientes no hacen daño a nadie siempre y cuando respeten a las prostitutas, las traten correctamente y paguen los honorarios acordados. Por tanto son inocentes.
Con las prostitutas ha sucedido algo parecido (aunque con mucho más baja intensidad) que con los judíos, los cuales durante siglos fueron víctimas del ultraconservadurismo cristiano causante de odio, leyes discriminadoras, guetos y numerosos progromos. A partir de finales del s. XVIII la Ilustración liberal y secularizadora les fue concediendo igualdad derechos.
Pero ese período en que parecía que por fin iban a respetar a los judíos y a dejarlos en paz, duró poco, ya que pronto apareció, aparte de la contrarrevolución católica, otro fuerte fenómeno que tantos sufrimientos ha causado: el nacionalismo. A partir de este momento surgió un rechazo en base no a la religión (antijudaísmo) sino sobre base étnica (antisemitismo), que dio lugar a exactamente lo mismo de siempre, pero todavía a mayor escala.
Con las prostitutas ha sucedido un cuarto de lo mismo: durante siglos fueron víctimas del puritanismo religioso, a partir del s. XVIII las ideas liberales contribuyeron a su liberación y dignificación, pero era demasiado bonito para ser realidad. Porque no duró mucho, ya que apareció otra amenaza para ellas por el lado de la extrema izquierdista del espectro político y social que les quiere privar de sus derechos y denigrar injustamente a sus clientes.
Protejamos con especial cariño a las prostitutas, ya que son un colectivo muy minoritario, sin suficiente peso social como para poder defender sus derechos y dignidad pisoteados, a diferencia de colectivos más grandes como mujeres en general, LGTBI, la clase trabajadora, inmigrantes etc.